La Vanguardia

Las faltas de ortografía del franquismo

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El 2 de marzo de 1974, Salvador Puig Antich no fue el único asesinado (ajusticiad­o es una palabra impropia) por la dictadura. También fue ejecutado a garrote vil un hombre que entonces se calificó de “apátrida” y se identificó como Heinz Chez (o Ches). Ni una cosa ni la otra eran ciertas. En teoría, la primera ejecución, en la cárcel de Tarragona, fue la de Chez, sobre las 9.15 horas, después de un juicio sin garantías por la muerte de un guardia civil y las heridas ocasionada­s a otro. La ejecución de Puig Antich se produjo en la Modelo unos 15 minutos más tarde. Nunca se sabrá realmente quién murió primero: la brutalidad del garrote vil podía durar hasta 30 minutos inmensos y agónicos. “¡Qué putada!”, se dice que comentó Puig Antich cuando vio el tétrico instrument­o. El periodista y escritor Raúl M. Riebenbaue­r recuperó la historia de Heinz Chez, un alemán de la RDA que se llamaba en realidad Georg Michael Welzel. Puig Antich tiene muchas personas que mantienen viva su memoria. Georg Michael Welzel, casi nadie. Lo que más sorprende de los seis folios del tribunal que lo condenó son unas increíbles faltas de ortografía. Una máxima sostiene que “la justicia militar es a la justicia lo que la música militar es a la música”. El texto incluye perlas como un “horificio” de entrada de bala que “irió” a un guardia civil o las heridas que provocaron la muerte de otro por “emorragia masiva”. / D. Marchena

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