Trilogía de roma
El sueño de Mussolini inspira a Azerbaiyán
Alas dictaduras les fascina la grandiosidad arquitectónica y urbanística. Para entender la época fascista, es imprescindible visitar el barrio de EUR (acrónimo de Exposición Universal de Roma), en el sur de la capital. Benito Mussolini pretendía celebrar con este acontecimiento, en 1942, el vigésimo aniversario de su llegada al poder. Debía ser una exposición fastuosa, para impresionar a la propia población y al mundo. Los edificios tenían vocación de permanencia. El evento no llegó a celebrarse, por culpa de la II Guerra Mundial, pero muchas de las obras se completaron y aún vertebran el único barrio genuinamente moderno de la ciudad. El Duce estaba obsesionado con pasar a la historia como el constructor de “la tercera Roma” –la primera había sido la imperial, dos mil años antes; la segunda, la de los papas, renacentista y barroca– y para ello puso a trabajar a los mejores arquitectos y escultores. El racionalismo trató de reinterpretar lo clásico a través de formas limpias, muy contemporáneas. Más allá de la nefasta ideología que inspiró esta corriente artística, sus realizaciones fueron notables y constituyen un motivo de estudio y hasta de imitación. Las autoridades de Azerbaiyán han pedido asesoramiento porque se inspiran en la experiencia de EUR para su macroproyecto White City, en Bakú. Poco se hubiera imaginado Mussolini que su sueño sería copiado, casi 80 años después, por una autocracia petrolera del Cáucaso.