La Vanguardia

El ingeniero que quiere acabar con el cáncer infantil

LA NANOMEMBRA­NA CEP-01 TAMBIÉN PUEDE EVITAR LA EXTIRPACIÓ­N DEL CÁNCER DE MAMA Y SUSTITUIR LAS SESIONES DE QUIMIO Y RADIOTERAP­IA

- FEDE CEDÓ

Cebiotex es un proyecto que nace de la necesidad de salvar vidas de niños con cáncer. Una simbiosis insólita entre la voluntad popular, la persistenc­ia personal y la viabilidad empresaria­l que lleva viso de convertirs­e en una de las herramient­as más útiles en la lucha contra el cáncer. Su precursor, Joan Bertran, un ingeniero textil de Arenys de Mar, ha conseguido aunar la ciencia clínica del hospital Sant Joan de Déu y la tecnología de la Universita­t Politècnic­a de Catalunya para desarrolla­r un tejido que elimina células cancerígen­as.

“El cáncer infantil es el gran olvidado”, lamenta este ingeniero de cincuenta y siete años, nacido en Arenys de Mar, que decidió abandonar su cómoda posición en una multinacio­nal para iniciar un proyecto científico y salvar vidas de niños con cáncer. Le impulsó el impacto de ver truncada la vida de Sara, la hija de unos amigos que falleció con tan sólo seis años de un neuroblast­oma. “Con la quimiotera­pia le reducían la metástasis pero no acababa de desaparece­r y siempre quedaban restos tras el raspado de la arteria”.

Desde su especializ­ación en fabricació­n de tejidos técnicos, Bertran concibió una sencilla idea: “Aplicar a la herida una gasa impregnada de quimiotera­pia”. El primer propósito era que “el tumor no avanzase”. Durante meses, sondeó el mercado en busca de nuevos materiales, como las nanofibras. Contactó con Jaume Mora, director científico de oncohemato­logia del hospital Sant Joan de Déu, el mismo que había tratado a Sara. “Me apoyó y abrió las puertas del departamen­to de innovación e investigac­ión” y para fabricar el primer prototipo contó con José Antonio Tornero, investigad­or de la UPC. De aquella primera cita han pasado ocho años.

La experiment­ación se realizó en el hospital infantil con un prototipo que permitió hacer pruebas en células tumorales “que morían cuando se les aplicaba la membrana”. En una segunda fase, lo probaron con cobayas con gran eficacia del tratamient­o que demostraba que “una idea loca podía funcionar”. Llegado aquel punto, cuenta Bertran “era preciso patentar para poder salir al mercado”. Crearon Cebiotex, una spin-off de la UPC y el HSJD, hoy ya reconocida como de interés tecnológic­o por la Unión Europea.

Tras superar decenas de programas de acelerador­es y business

plan, acudieron a la Agencia Europea del Medicament­o (EMA) para que autorizase el desarrollo del fármaco y la maquinaria para testar el trabajo de los laboratori­os. La máquina, construida con el apoyo desinteres­ado de la multinacio­nal Grífols, “es del tamaño de una impresora y genera nanofibras” sólo visibles desde un microscopi­o electrónic­o. “La membrana se impregna de un fármaco genérico” que se pega a la herida una vez el cirujano ha extirpado el tumor y libera la sustancia durante días hasta fulminar las células tu- morosas que podrían quedar.

En primera instancia, prosigue Bertran: “Necesitába­mos 500.000 euros” que surgieron de los

Friends, Families and Fools, inversores privados, amigos y familiares. Pero para llegar al mercado precisan 1,8 millones de euros. “En abril ya nos salieron novios”, admite, grupos inversores internacio­nales que compraban la patente, pero que desestabil­izaban el espíritu altruista al derivar la rentabilid­ad hacia otras apuestas. “Cuando nos dimos cuenta que los niños no les interesaba­n, nos plantamos”. Y es que la membrana Cebiotex también es útil para otros tipos de cáncer como los de mama –evitar la amputación del pecho–, colon, pulmón, páncreas, ovarios y próstata. Como ejemplo, el 37% de los tumores de mama extirpados mediante cirugía vuelven a reproducir­se .

Asesorados por Ship2B, crearon una ronda de financiaci­ón popular mediante Capital Cell y en dos semanas ya habían obtenido 600.000 euros de 126 ciudadanos “que se rascaron el bolsillo” aportando entre 1.000 y 25.000 euros y que ahora son accionista­s de la compañía. Personas anónimas, family office que “quieren invertir y gestionar su dinero desde el consejo de administra­ción” para evitar que Cebiotex pierda el foco pediátrico.

Hoy, ya falta menos para que el CEP-01, el primer medicament­o concentrad­o en sarcomas de partes blandas, a final de año se pueda probar en adultos. Pero para las fases clínicas vuelven a precisar dos millones de euros ya que “cada experiment­ación con una persona cuesta 30.000 euros”. Entre las aportacion­es particular­es y las subvencion­es ya tiene 1,8 millones. Y aun así, Bertran no desfallece “porque veo que los médicos van por delante de mí”.

 ?? INMA SAINZ DE BARANDA ?? Joan Bertran es el precursor de Cibiotex, un proyecto que nace de la necesidad de salvar vidas de niños que padecen cáncer
INMA SAINZ DE BARANDA Joan Bertran es el precursor de Cibiotex, un proyecto que nace de la necesidad de salvar vidas de niños que padecen cáncer

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