Trump acusa a Obama de pincharle el teléfono antes de su victoria
El presidente califica a su antecesor en un tuit de “mal tipo o enfermo”
El presidente de EE.UU., Donald Trump, abrumado por las revelaciones de los contactos que tuvo su equipo de campaña con los rusos, se revolvió ayer acusando a Obama de espiarle.
Abrumado por las revelaciones sobre la presunta conexión rusa de su equipo de campaña, Donald Trump, fiel a su estilo mediáticamente pendenciero, se levantó ayer por la mañana dispuesto al contraataque y a las 6.35 de la mañana disparó una batería de tuits en los que denunciaba que su antecesor, Barack Obama, estuvo espiándole antes de las elecciones mediante la intervención de los teléfonos de la torre Trump de Nueva York. Trump comparó a Obama con el senador McCarthy de la caza de brujas y con el Nixon del Watergate.
Como es habitual en él, Trump lanzó su ataque a la brava, sin aportar ni un solo dato o prueba que avalara su denuncia, pero convencido de que su público cree a pies juntillas todo lo que dice, especialmente si va contra los demócratas, y de paso desvía la atención de los asuntos que le agobian. El primer tuit decía: “¡Terrible! Acabo de descubrir que Obama tenía pinchados mis cables en la torre Trump justo antes de la victoria. No encontró nada. ¡Esto es mccarthysmo!”.
No es una acusación banal y no hay que descartar una batalla en los tribunales, puesto que los presidentes no pueden ordenar escuchas telefónicas legales, y eso gracias a una instrucción promovida por la Administración Obama “para proteger a los ciudadanos de gente como Trump”, escribió el exconsejero de seguridad Ben Rhodes.
En total, Trump escribió cinco tuits que parecían un arranque de ira cargada de resentimiento. “¿Es legal que un presidente se preste a espiar a un candidato antes de la elección?”, se preguntó Trump, para formular una amenaza de acudir a los tribunales primero y un insulto a continuación: “Apuesto a que un buen abogado podría tener un gran caso sobre la intervención de Obama de mis teléfonos en octubre, justo antes de la elección... Qué bajo cayó espiando mis teléfonos durante el proceso electoral... Esto es Nixon/Watergate. Es [Obama] un mal tipo o está enfermo”.
La oficina del expresidente Obama emitió un comunicado firmado por el portavoz Kevin Lewis en el que se rechazaba de manera contundente la acusación: “La regla de oro de la Administración de Obama fue que ningún funcionario de la Casa Blanca debía interferir jamás en cualquier investigación independiente dirigida por el Departamento de Justicia”. “Como parte de esa práctica –añadía el comunicado–, ni el presidente Obama ni ningún funcionario de la Casa Blanca ordenaron jamás la vigilancia de ningún ciudadano de Estados Unidos, y cualquier sugerencia de lo contrario es simplemente falsa”.
El tenor del comunicado niega la implicación de Obama, pero da a entender que existe la posibilidad de que los servicios de inteligencia o el FBI hubieran sometido a vigilancia a Donald Trump en el curso de alguna investigación, que necesariamente debía ser autorizada previamente por un juez. Cuando se trata de ciudadanos estadounidenses, los jueces elevan las exigencias, excepto si los investigadores convencen al juez de que están en condiciones de obtener importante información de inteligencia extranjera. Así que no hay que descartar que Donald Trump fuera sometido a vigilancia por los contactos de su equipo con autoridades rusas, pero nunca obedeciendo órdenes del presidente Obama, sino actuando según las instrucciones del juez. De momento, ningún organismo ha confirmado que se hubiera sometido a Trump a vigilancia legal. Quien ha alimentado la tesis conspirativa ha sido el digital de extrema derecha Breitbart, el que dirigía Steve Bannon antes de convertirse en jefe de estrategia de la Casa Blanca. El viernes publicó un artículo que desarrollaba una tesis conspirativa según la cual los servicios de inteligencia estaban llevando a cabo un “golpe de Estado silencioso” contra Trump. Una cosa sí es cierta: las fugas de información son constantes y son las que han puesto en evidencia las mentiras y las medias verdades del presidente y de los miembros de su equipo.
El 45.º presidente no aporta pruebas, y Obama niega haber ordenado una vigilancia que sí pudo existir