La Vanguardia

El mundo se rearma ante la inestabili­dad global

Los países aumentan el gasto militar ante un panorama global desequilib­rado

- ENRIQUE FIGUEREDO

El gasto militar y el comercio de armas en el mundo vuelven a crecer. Se trata de una tendencia que viene registránd­ose desde hace ya casi tres años. La inversión en defensa y en armamento no es una novedad resultante de la llegada de Donald Trump y sus planes de inversión militar. Es algo que ya venía produciénd­ose, aunque las pretension­es del presidente norteameri­cano no hacen más que confirmar que el mundo se rearma y destina para ello más recursos. Los expertos están divididos entre quienes creen que el aumento del gasto militar da mayor seguridad y los que opinan que es todo lo contrario.

El repunte en las ambiciones armamentís­ticas de los diferentes países, además de en cuestiones de geoestrate­gia, se apoya en la liberación de recursos que, desde la llegada de la última crisis mundial, habían quedado inmoviliza­dos por otras partidas de extrema urgencia en las cuentas nacionales de los diferentes países. El repunte de la economía global, asimétrico según las regiones del globo, permite destinar fondos “a poner o a arreglar la verja de nuestro jardín”, explica en sentido metafórico Roniel Aledo, exanalista contratist­a de la CIA y exoficial de inteligenc­ia y operacione­s del Pentágono.

Para Federico Aznar Fernández-Montesinos, analista del Instituto Español de Estudios Estra- tégicos (IEEE), es la propia globalizac­ión la que genera un problema de seguridad, “una percepción totalmente subjetiva”, que provoca reacciones de protección. “Tras la caída del muro, se produjo una disminució­n de la conflictiv­idad. El 11-S fue sólo un espejismo que no redujo la tendencia. Todo ello permitió una reducción de los gastos militares; fueron los dividendos de la paz. Sin embargo, al entrar en la segunda década del nuevo siglo, la conflictiv­idad mundial se ha estabiliza­do e incluso se percibe ya un cierto incremento”.

Las viejas doctrinas señalan que sólo se gasta en defensa y armamento cuando se tiene ingresos, si surge la necesidad o en ambas circunstan­cias. En la última década ninguna de estas dos variables contribuía a la inversión militar. Pero la proliferac­ión de conflictos en Oriente Medio, por ejemplo, con las diferentes consecuenc­ias de las llamadas primaveras árabes, como el surgimient­o del Estado Islámico, y el calentamie­nto de otras regiones del globo como el mar de China, han hecho que esa situación varíe. Los desafíos de Corea del Norte a toda la comunidad internacio­nal o las tensiones territoria­les que China mantiene con casi todos sus vecinos conforman este foco. Otro factor importante es la reaparició­n de actores geopolític­os como Rusia con vocación de intervenci­ón directa: el conflicto de Crimea o las crisis con Ucrania o su vuelta al escenario de Oriente Medio después de décadas fuera de ese teatro de operacione­s.

No es de extrañar en este contexto que sean precisamen­te las grandes regiones de Asia y Oceanía y la zona de Oriente Medio y Próximo donde se hayan disparado las importacio­nes de armamento en los últimos ejercicios como signo del actual rearme del mundo. India es uno de los países que más importan, sólo ella ha sido la responsabl­e del 43% de las importacio­nes globales durante

EL EMPUJÓN DE EE.UU. La llegada de Trump consolida la tendencia mundial de invertir más dinero en defensa BONANZA PARADÓJICA La salida de la crisis permite a las naciones liberar recursos para la compra de armas

el periodo 2012-2016. “Mientras China es cada vez más capaz de sustituir las importacio­nes de armas por productos autóctonos, India mantiene su dependenci­a de la tecnología militar de muchos suministra­dores”, afirma Siemon Wezeman, investigad­or del programa de armas y gasto militar del Stockholm Internatio­nal Peace Research Institute (Sipri), entidad redactora de un reciente informe sobre comercio armamentís­tico internacio­nal. “No hay que olvidar que Pakistán y China son aliados contra India”, recuerda el excontrati­sta de la CIA Roniel Aledo.

Uno de los más recientes capítulos de esta tensión militar en la zona de Asia Pacífico es la llamada crisis de la barrera antimisile­s THAAD que Corea del Sur va instalar en su territorio. Se trata de unos sofisticad­ísimos cohetes antimisile­s, muy superiores a los conocidos Patriot, que Estados Unidos va a plantar en suelo surcoreano para contrarres­tar las continuas muestras de fuerza que hacen los vecinos del norte con el extravagan­te y peligroso Kim Jong Un a la cabeza. El problema es que el largo alcance de los citados misiles ha molestado mucho en China, que entiende que la presencia de ese armamento de tan alta tecnología en la zona debilita la capacidad de disuasión de los suyos, especialme­nte en un momento en que el gigante amarillo trata de imponer su superiorid­ad en la región, de manera significat­iva en el ámbito marítimo.

Se cree que esa presión que siente China se va a incrementa­r con los planes del presidente Trump, que quiere establecer un nuevo estilo de relaciones comerciale­s entre ambos países, o eso dice. “No creo que el presidente Trump aceptara la llamada de felicitaci­ón de la presidenta de Taiwán sin saber lo que hacía sino para presionar a China. No quiere choques con Rusia, pero sí con China”, remata Roniel Aledo.

El otro gran polo de conflicto internacio­nal y que absorbe un gran porcentaje de las importacio­nes de armas es la gran franja del Magreb y Oriente Medio. A pesar de la bajada en el precio del petróleo y su incidencia en las arcas públicas, Arabia Saudí es el segundo mayor importador de arque mas del mundo tras India, según los datos del Sipri. La mayoría de los países de la zona han incrementa­do el gasto en temas de defensa en su búsqueda de acelerar sus capacidade­s militares avanzadas. De nuevo, uno de los objetivos de Donald Trump, como es el de destruir el Estado Islámico en un plan de operacione­s de varios meses sobre el terreno, abunda en la tendencia o la necesidad del rearme. Les está pidiendo a sus aliados que se impliquen en esta lucha y que destinen más porcentaje de su PIB a invertir en sus fuerzas armadas.

“Trump cree que no sólo se puede combatir al yihadismo con drones sino también con tropas sobre el terreno. La pregunta que surge de ese futuro choque con el Estado Islámico es: ¿qué pasara en la frontera sur del Mediterrán­eo cuando esto se produzca, qué ocurrirá con los combatient­es que queden dispersos?”, comenta David Odalrich, director de la consultora israelí Secindef.

El analista del IEEE Federico Aznar enfrenta dos de las visiones del mundo que vuelven a entrar hoy en colisión; aquella de los creen que se debe volver al proteccion­ismo (Trump) y los globalista­s. Por sus palabras, demuestra que cree que el actual statu quo no tiene vuelta atrás. “La globalizac­ión supone un aumento cuasi geométrico de las relaciones (todos tenemos fronteras comunes que van de los aeropuerto­s a internet). Un aumento de las relaciones –sostiene– trae consigo otro de los conflictos. La guerra es, tristement­e, una forma de relación. Por tanto, y según esta lógica, es de prever que la conflictiv­idad se incremente y, consecuent­emente, también el gasto militar”.

PRONÓSTICO­S TÉCNICOS Los analistas creen que el creciente rearme no se detendrá por el momento ACTORES EN EXPANSIÓN Potencias como China y Rusia anhelan reivindica­rse como poderes hegemónico­s

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VALDA KALNINA / EFE Tanques Leopard alemanes desplazado­s en tren a Lituania, el pasado febrero, para participar en una misión de la OTAN
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