Lamentable olvido
Recuerdo con satisfacción cuando, siendo médico residente en la Maternidad Provincial de Barcelona, se nos comunicaban las conferencias que tenían lugar periódicamente en el entonces denominado Casal dels Metges, situado casi al final de la Via Laietana y, por lo tanto, en el otro extremo de la ciudad. Equivocadamente pensaba que los médicos éramos los invitados del Institut Medicofarmacèutic de Catalunya (IMFC), pues la participación de nuestros colegas, a quienes amigablemente denominábamos boticarios y ellos nos correspondían con el apelativo de curanderos, era mucho más numerosa que la nuestra.
Tras las conferencias, discutíamos amigablemente nuestros puntos de vista, desde especialidades diferentes. Cuando mi tío, el doctor Luis Trias de Bes, edificó el actual Colegio de Médicos, no sin cierta nostalgia abandonamos el local de la Via Laietana y nuestro enriquecedor intercambio científico entre farmacéuticos y médicos. He podido seguir la evolución del IMFC, el desalojo de los reducidos 40 metros cuadrados que ocupaban me parece una falta de consideración y respeto hacia una sociedad que se ha caracterizado por su coherencia científica y docente. No puedo olvidar la repercusión anímica que un desalojo y mucho peor un desahucio significa.
Constantemente leemos noticias referentes a estas situaciones, y no pocas veces se dan en personas jubiladas, a veces con una pesarosa soledad. Imaginemos a unos ancianos, con desorbitados ojos, contemplando cómo van desapareciendo del hogar de toda su vida objetos entrañables hacia un incierto destino.
He sufrido personalmente la tristeza del desalojo, pero fue voluntario pues tuve que vender mi casa en Sarrià para poder materializar mi nuevo proyecto. Recordaba las palabras de mi fallecida esposa, quien, viéndome preocupado por los gastos en la reforma de aquella, con su habitual ironía me espetaba: “Es un valor que siempre podrás capitalizar”, como así ocurrió.
El desalojo del IMFC no tiene las connotaciones que el hecho conlleva dentro de un estricto ámbito personal o familiar, sin embargo, el mundo científico es una gran familia y considero que el apoyo al injusto desalojo del IMFC requiere, como mínimo, una repulsa y mis palabras la manifiestan.