Faye Dunaway y Warren Beatty, de ‘Bonnie & Clyde’ a la pifia de los Oscar
Faye Dunaway y Warren Beatty arruinan el homenaje que recibieron en los Oscars
De no mediar una chapuza de semejante dimensión, los sesudos analistas habrían subrayado a posteriori el juego escénico, esa célebre complicidad entre Faye Dunaway y Warren Beatty.
En verdad, no había ni interpretación, ni química, ni siquiera capacidad de improvisación. Sólo la expresión de un desconcierto real que les llevó a declarar a La
La Land como película triunfadora sin atreverse a levantar la mano y constatar que les habían dado un documento equivocado .
Pero ahí estaban los dos, jugando con el sobre y la cartulina del premio más deseado de los Oscars. Segundos de suspense...
¡Qué exuberante estampa para deleite de mitómanos!
La Academia de Hollywood reunió de nuevo el pasado domingo a Bonnie and Clyde –muchos siempre los verán, o los veían hasta entonces, como la pareja criminal más tórridamente sexy de la pantalla– en conmemoración del 50 aniversario del filme de Arthur Penn que les colocó en el olimpo cinematográfico. Incluso les convirtió en referentes de la cultura pop.
Sus carreras de celuloide se dispararon a partir de ese título. Entre distintos reconocimientos, ella, una de las mujeres fatales más apreciadas, obtuvo una estatuilla en 1976 por su interpretación en Network. Él, dandi absoluto cuyo éxito femenino corroe a Woody Allen, hizo lo propio en 1982 como director de Rojos.
“Mi primera impresión de ella fue su indómita inteligencia y su sentido del humor, y, por supuesto, su belleza”, evocó la semana pasada Beatty, de 79 años, en la revista People. Sin embargo, Faye no figura al parecer en su larga lista de conquistas sentimentales.
“Teníamos claro –terció Dunaway, de 76– que un affaire sería el final de nuestra buena relación en la pantalla. No quieres cargar con una maleta personal cuando estás haciendo un gran trabajo”.
Violencia y lujuria encumbraron el filme de Penn, basado con las libertades propias de la imaginación comercial, en las andanzas nada peliculeras de Bonnie Parker y Clyde Barrow. En los Estados Unidos de la Gran Depresión, lejos del imperio, se amaron, robaron bancos y mataron juntos. Los historiadores se decantan por la tesis de que ella jamás pegó un tiro o, si lo pegó, no acertó en el blanco. Y, uno al lado del otro, abrazaron la eternidad el 23 de mayo de 1934, freídos a balas en una emboscada policial.
Surgió la leyenda. En aquel país
sumido en la miseria, el de Las
uvas de la ira que retrató John Steinbeck, Bonnie and Clyde coparon el imaginario colectivo como modernos Robin Hood.
Su versión fílmica de 1967 recibió diez nominaciones. Se llevó dos (Estelle Parsons, actriz secundaria, y Burnett Guffey por la fotografía), pero Dunaway, Beatty y Penn marcharon de vacío en una edición en la que se impuso En el calor de la noche de Jewison. A pesar de esa decepción, las tribulaciones de estos “amantes bandidos” –a lo Miguel Bosé– dejaron profunda huella. Una prueba evidente es que, al medio siglo, la industria les rindió tributo al convocar del cine a la pareja protagonista como broche de oro a la ceremonia de este 2017.
Pero, más que entregar el galardón a la mejor película, Bonnie and Clyde perpetraron su último golpe. Fueron los colaboradores necesarios del desastre.
Cuentan que, al contrario de las apariencias en sus cordiales declaraciones de las vísperas, Dunaway y Beatty se estuvieron peleando detrás de bastidores.
El romance de celuloide se difuminó con el tiempo. Uno y otra querían ser la voz que anunciara el nombre del ganador. Aseguran que hubo tanta tensión que decidieron hacer los ensayos por separado. Según Page Six, la página de cotilleos del The New York
Post, en ese dúo “no queda amor”. Al final, Beatty aceptó encargarse de abrir el sobre –el equivocado, como se vio luego– y Dunaway de la lectura, que hizo de manera abrupta, tras quitarle la cartulina de las manos a su colega. Ese mal rollo pudo contribuir a la consumación de la pifia.
En época de conspiraciones, y visto su silencio, hay teorías que insisten en que Beatty calló para que Dunaway se estrellara. Por la razón que sea, a los de Moonlight les robaron su noche.
Aseguran que hubo mala relación entre los que fueron amantes bandidos en el filme de Penn de 1967