La Vanguardia

Desfiles para no aburrir

La música y las flores dan una vuelta de tuerca más a la puesta en escena de Loewe

- MARGARITA PUIG París Enviada especial

Desfiles hay tantos y tan seguidos que lo que ahora de verdad importa es no aburrir. Vista la desbandada que hace tambalear las pasarelas tradiciona­les (sobre todo la de Nueva York, que algunas firmas ya han cambiado por Los Ángeles o por macrofiest­as privadas), las

maisons con aspiracion­es eternas han iniciado su propia revolución en la semana francesa.

La sorpresa más grande la firmaba el viernes Jonathan Anderson. Convocó a sus escogidos invitados muy pronto, a las nueve de la mañana, y a oscuras en una sala sede de la Organizaci­ón de las Naciones Unidas. Únicamente guiados por la luz tenue con que el director creativo de Loewe decidió iluminar una veintena de orquídeas marchitas que decoraban su particular escenario, comenzaron a sonar fragmentos inconexos de la banda sonora de El crepúsculo de

los dioses. Con esas notas irrumpiero­n primero las modelos, acto seguido los focos y finalmente los sorprenden­tes cambios de vestuario y temperatur­a con que el diseñador puso a todos en situación. Desde Delphine Arnauld (hija mayor de Bernard Arnault, el consejero delegado del conglomera­do de lujo), su nueva musa que es la veterana actriz Charlotte Rampling a Suzy Menkes y Natalia Vodianova se empaparon de la colección en que Jonathan Anderson intercaló el cuero (en una maravillos­a falda de vuelo marrón, en sorprenden­tes gabardinas de dos piezas y en una chaqueta amarilla con cintura de avispa), vestidos de fiesta largos hasta el suelo y jerseys gruesos (uno de ellos con estampado nórdico combinado con una vaporosa falda de lunares).

Todo propuestas inspiradas en el shock que él mismo vivió en una tienda de antigüedad­es de Miami (“positivo e inquietant­e al mismo tiempo”, decía en el backstage )y que se sucedieron al tiempo que la

En su performanc­e, Jonathan Anderson orquestó incluso bruscos cambios de temperatur­a

temperatur­a del plató ascendía o descendía (Jonathan Anderson programó bruscos cambios en el termostato para pasar de los 15 grados a los 27 y crear este ambiente que él calificó de “emoción intensa”) . Orquestó una performanc­e en toda regla acompañada por los compases de El crepúsculo de los dioses, notas budistas y el I’ve told

every little Star de Linda Scott. Sólo unas horas después Dior también puso en marcha su propia interpreta­ción de lo que debe de ser ahora un desfile. Siguiendo la oleada feminista que impuso en su reciente debut como directora de arte de la firma (la primera mujer en la historia de la casa), Maria Grazia Chiuri le dio una vuelta de tuerca al uniforme. Transformó lo que considera “el mayor símbolo de igualdad” en piezas de alta confección pero llevables. Lo combinó con la boina de piel con que también apareció Rihanna y dio un empuje definitivo al azul y al estilo marinero en clave femenina.

Y si Junya Watanabe escogió ayer empoderar de nuevo el punk más exagerado, Undercover, Issey Miyake y Yohji Yamamoto se entregaron a la magia en sus respectivo­s desfiles mientras que Paco Rabanne inauguró una era futurista para la nueva cota de malla de Julien Dossena.

 ?? ETIENNE LAURENT / EFE ?? Loewe diseñó un desfile espectacul­ar en todos los sentidos, con cambios impactante­s de estilo, luz, música y temperatur­a
ETIENNE LAURENT / EFE Loewe diseñó un desfile espectacul­ar en todos los sentidos, con cambios impactante­s de estilo, luz, música y temperatur­a
 ?? ALAIN JOCARD / AFP ?? Issey Miyake: azul boreal
ALAIN JOCARD / AFP Issey Miyake: azul boreal
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PASCAL LE SEGRETAIN / GETTY Dior: uniforme y bota alta
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PACO RABANNE Paco Rabanne: malla
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