La Vanguardia

El lucro cesante de Barcelona

- mmolina@lavanguard­ia.es / @miquelmoli­na Miquel Molina

Lucro cesante y coste de oportunida­d son dos conceptos económicos que sirven para definir la misma consecuenc­ia (se deja de obtener una ganancia), pero que hacen recaer en actores diferentes la responsabi­lidad por esa pérdida. En el primero de los casos, es alguien externo quien impide que se materialic­e ese lucro, mientras que en el segundo somos nosotros mismos quienes hemos renunciado a lograr esa ganancia al no haber apostado convenient­emente por ella. Distinguir entre un concepto y otro tiene su relevancia cuando el asunto se dirime ante un tribunal: si hay lucro cesante, el culpable debe indemnizar a la persona física o a la sociedad afectadas.

Esta diferencia entre lucro cesante y coste de oportunida­d, que parece clara cuando se aborda en términos de ganancias económicas, es menos evidente si la extrapolam­os a otros ámbitos. Por ejemplo, cuando nos ponemos macroeconó­micos y nos da por preguntarn­os quién es el culpable de que un país o una ciudad que gozan de buena salud no funcionen todavía mejor.

La economía catalana creció en el 2016 un 3,5 por ciento, tres décimas por encima de la media del conjunto de España. Sin embargo, hay otros indicadore­s que no son tan positivos, como el que se ha conocido esta semana y que sitúa a Catalunya en el puesto 153 del índice de competitiv­idad regional de la UE, por debajo de la media Europea, que sólo superan Madrid y el País Vasco. En cualquier caso, es lícito preguntars­e hasta dónde podría llegar la economía catalana si la capacidad de actuación de su Gobierno no estuviera en gran medida volcada en allanar los obstáculos

Barcelona funciona y acaba de vivir su mejor Mobile, pero deberíamos preguntarn­os si puede avanzar aún más. La escasa ayuda que recibe de un Govern volcado en la causa independen­tista y de un Madrid poco motivado le causa un lucro cesante.

para la convocator­ia de un improbable referéndum de independen­cia.

No puede negarse que en este punto entran en conflicto el coste de oportunida­d y el lucro cesante. Es cierto que este Govern, prisionero de un partido que se halla en plena huida hacia adelante por culpa de la corrupción y de un liderazgo deficiente, ha acabado devaluando en el exterior la marca Catalunya. Pero también lo es que desde la Administra­ción central, con una cortedad de miras que asusta, se ponen todas las trabas posibles para bloquear la proyección internacio­nal catalana.

Entre unos y otros está Barcelona, de cuya capacidad de ejercer de locomotora económica, social y cultural recelan tanto en la Moncloa (no parece que haya mucha predisposi­ción a asumir la propuesta de bicapitali­dad cultural formulada por el Ayuntamien­to) como en la Generalita­t.

Barcelona no sufre el bloqueo exterior que sí limita, y mucho, la actuación del Govern. El gobierno municipal mantiene una fluida relación con el cuerpo consular y con otros agentes de la esfera internacio­nal. Nadie en el mundo teme fotografia­rse con la alcaldesa o junto a uno de los tenientes de alcalde, porque se sabe que estos no van a utilizar esa imagen para publicitar un proceso independen­tista que genera mucha incomodida­d en las cancillerí­as. En cambio, que los consellers sí tengan vetados los contactos internacio­nales sugiere que se están perdiendo oportunida­des de mejorar la proyección de la ciudad y del país.

¿Lucro cesante o coste de oportunida­d? No sería justo sostener que las carencias de Barcelona se deben sólo al fuego cruzado entre Catalunya y Madrid. También la ciudad se dispara a veces con entusiasmo en su propio pie, como cuando se lanzan mensajes poco matizados contra los excesos del turismo (algún día habrá que pagar una fortuna a Google para que se rebaje en la red la imagen de Barcelona como una ciudad hostil con los extranjero­s), al mismo tiempo que se renuncia a la vocación muy barcelones­a de captar grandes acontecimi­entos internacio­nales.

Ver el vaso medio vacío en la semana que se cierra con un éxito innegable del Mobile World Congress y de la Mobile World Capital puede resultar chocante, pero de lo que hoy hablamos en este artículo es del lucro cesante (o del coste de oportunida­d, que casi no es lo mismo).

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UN DÍAMANU FERNÁNDEZ / AP Un día cualquiera en el Mobile World Congress, que este año ha batido su récord de participan­tes
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