Una Peggy genial
La Peggy Pickit veu la cara de Déu
Autor: Roland Schimmelpfennig Dirección: Moisès Maicas Lugar y fecha: Maldà (hasta hoy)
El teatro que conocemos del alemán Roland Schimmelpfennig (Göttingen, 1967) suele ofrecer propuestas innovadoras. Moisès Maicas ha llevado al Maldà La Peggy Pickit veu la cara de Déu (2010). He ahí la muestra de un teatro nuevo, de una manera nueva de dialogar, de una literatura dramática muy hábil para aprisionar en el encuentro de una doble pareja de amigos, después de seis años de no verse, la mala conciencia del Occidente fatigado, al confrontarse con un voluntariado (inmaduro) de servicio al tercer mundo.
La Peggy... plantea grandes cuestiones de nuestro tiempo palpitante en medio de una conversación endemoniada a cuatro voces. Carol (Lluna Pindado) y Martin (Òscar Jarque) acaban de volver de un país africano donde han actuado como voluntarios. Liz (Núria Cuyàs) y Frank (Xavier Frau), sus amigos europeos, han organizado un encuentro aliñado con generosas ingestas de vino para celebrar su retorno. Las envidias de los que se han quedado se cruzarán con las insatisfacciones de los que han vuelto. Las frustraciones de los voluntarios por no haber conseguido todo lo que se habían propuesto se tendrán que carear con el sentimiento de culpa de los inmovilistas, ligados a un confort burgués insolidario. Es la queja de Liz: “Hostia, es que vosotros arriesgáis la vida para ayudar a los otros, y nosotros abrimos y cerramos la puerta del garaje”.
Las conclusiones que propone el dramaturgo son de una enorme contundencia, aunque las afirmaciones de unos y otros a menudo se tienen que repetir, como si la primera vez no se hubieran oído. Y los momentos de máxima tensión no dejan de resolverse desde un sutil sentido del humor. El autor se inventa, además, un recurso muy imaginativo para completar las consideraciones antagónicas de la doble pareja: un diálogo simulado entre dos muñecas: Peggy, de Occidente, y Annie-Abeni, africana y objeto de insultos humillantes.
Maicas, fundador del Teatro Invisible y uno de los directores catalanes con una mayor sensibilidad, parece moverse con total comodidad puliendo las esquinas de este universo llamativo y original. Maicas asegura la calidad de las actuaciones de los intérpretes y la alegría creciente de la representación. El vino que circula, generoso, no simula ningún exceso etílico, sino la seguridad y la lucidez de los cuatro amigos. In vino veritas.