De huecas habilidades
Con sólo tres álbumes en su haber, el compositor y vocalista británico Ed Sheeran se ha convertido no sólo en fenómeno multiventas sino en ídolo de masas y trending topicsta con una facilidad desconcertante. Su nueva entrega discográfica es, antes que nada, un hábil ejercicio de conocimiento del mercado y de cómo satisfacer las demandas de un público cada vez más mainstream. Los dos singles que precedieron a la salida de Divide anteayer, Shape of you y Castle on the hill, ejemplifican su sagacidad comercial y su visión de la escena de la música pop (de aparente nivel pero escasa exigencia) de ahora mismo.
Las baladas románticas (Dive es paradigmática), de un pop a medio tiempo con dejes souleros (Westlife’s flying without wings es llamativo ejercicio de suntuosidad sonora), siguen estando allí como tronco principal, y garantía para los fieles legionarios. Pero las incorporaciones estilísticas y, sobre todo, de vistosas pinceladas sonoras, se notan y así dan la sensación de que el pelirrojo veinteañero está al día de lo que se cuece afuera (él o su notable cohorte de productores). Sin embargo, y dado su perfil de músico
normal, Sheeran somatiza esas incorporaciones (rap gaélico, algo de folk irlandés –Galway girl–, vagas rítmicas africanas) y las hace suyas, y en ese proceso de diluyen el impacto de esas incursiones. En cuanto a las letras, bueno, no deja de ser un tipo de británico normal de 26 años que disfruta como sabe él y muchísimos de sus fans: molesta su
Barcelona, con sus tópicos incómodos sin embargo reales, pero ¿cómo va a hablar de la ciudad de otra manera si no conoce otra?