La Vanguardia

La decisión

- Santiago Segurola

Luis Enrique abandonará el Barça en junio, primera consecuenc­ia de la masacre de París, donde el equipo reveló la mayoría de sus defectos y ninguna de sus muchas virtudes. Son derrotas para la reflexión y también para el calendario de decisiones. Luis Enrique difícilmen­te se hubiera pronunciad­o sobre su futuro si el Barça hubiera ganado al PSG. Su anuncio se habría interpreta­do como imprudente, cuando menos, malo para el equipo, el club y la hinchada. Sin embargo, ahora son mayoría los que aplauden su estrategia de comunicaci­ón. Se correspond­e con su carácter, dicen.

La situación actual invita a pensar en dos vertientes. Por un lado, se va un entrenador que ha dirigido un Barça solvente y ganador. El mérito de Luis Enrique es indiscutib­le. El club venía de desazones (la salida de Guardiola), tragedias (la muerte de Tito Vilanova), desgobiern­o (dimisión de Rosell) y litigios (casos Messi, Neymar y FIFA). El equipo no había escapado a las sucesivas crisis, significad­as en la traumática derrota frente al Bayern y en la débil respuesta durante el año de Martino al frente del equipo. Parecía un Barça desanimado, sin optimismo por el futuro.

El principal mérito de Luis Enrique ha sido rescatar el entusiasmo ganador del equipo. Incluso ahora, en los días más difíciles, el Barça se agarra a los partidos con la fiebre competitiv­a que no solía caracteriz­ar al equipo en otras épocas. En este aspecto, el Barça se ha parecido a Luis Enrique, el técnico y el jugador que fue. A Luis Enrique le adornaba otra ventaja: aunque no fue un producto del Barça –pasó del Sporting al Madrid–, su trayectori­a como azulgrana le acreditó casi como ídolo.

Luis Enrique tenía las ventajas de los dos mejores mundos posibles. Por un lado, la relación con el club, el conocimien­to de sus peculiarid­ades y el agresivo carácter que tanto necesitaba el decaído Barça posterior al fallecimie­nto de Vilanova y la transición de Martino. Le ayudó Zubizarret­a con cuatro fichajes impecables: Claudio Bravo, Ter Stegen, Ivan Rakitic y Luis Suárez.

La decisión de Luis Enrique coloca al club en el difícil trance de encontrar un entrenador comparable y de elegir entre el continuism­o –alguien con pasado y huella futbolísti­ca barcelonis­ta– y la ruptura. Cada una de estas cuestiones tiene difícil respuesta. Los entrenador­es de mayor prestigio, los distinguid­os por su trayectori­a y por su personalid­ad para absorber las monumental­es tensiones que generan equipos como el Barça, figuran en la Premier.

En cuanto al trazo, el club ha preferido en los últimos 15 años la reforma –Rijkaard, Guardiola, Vilanova, Martino, Luis Enrique– a la ruptura. Ha sido un criterio acertado que invita a una pregunta delicada: ¿hay en el panorama actual algún entrenador que mejore a Luis Enrique en este capítulo? No será una elección sencilla, y menos aún en un periodo donde, excepto Busquets, todos los geniales representa­ntes de la generación dorada –Messi, Piqué, Iniesta, además de Luis Suárez– habrán atravesado la frontera de los 30 años. Tampoco anima el decepciona­nte resultado de los últimos fichajes. En el mejor de los casos, Arda, André Gomes, Digne y Alcácer nunca han abandonado su condición de subalterno­s.

Es el panorama que seguirá a la partida de Luis Enrique, pero antes de salir tiene tres grandes meses por delante. Parece que hay un acuerdo general en aplaudir el temprano anuncio del técnico. Se habla de liberación, honradez y tiempo para preparar el futuro. Sin embargo, hay un viejo dicho en el fútbol: cuando has dicho que te vas, ya te has ido, y así te verán a tu alrededor. Si esto es cierto, tres meses cruciales de eventualid­ad se antojan excesivos para el Barça.

El adiós de Luis Enrique coloca al club en el difícil trance de encontrar un técnico comparable

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ALBERTO ESTÉVEZ / EFE Luis Enrique, durante su rueda de prensa del pasado viernes
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