La Vanguardia

Delirio en el Camp Nou.

El Barça culmina lo nunca visto con un gol de Sergi Roberto al filo del final

- JUAN BAUTISTA MARTÍNEZ

El gol de Sergi Roberto en el último minuto del tiempo añadido culminó una remontada nunca vista en una eliminator­ia de Champions y desató el delirio del equipo en el césped y de la afición en la grada.

Y el Camp Nou resonó como nunca. Eran las 22.41 horas del 8 de marzo del 2017. El Barça estaba volcado con todo. Le quedaba una oportunida­d. Una pizca de esperanza. Le restaba un suspiro y hasta el portero Ter Stegen estaba en el área rival. Entonces, Neymar, inconmensu­rable, levantó la cabeza y filtró un balón maravillos­o hacia el área. La pelota flotó y Sergi Roberto fue a cazarla con el alma para meter la bota que ponía el 6-1 definitivo, el que completaba la remontada jamás vista, el que culminaba una obra de amor, de arte y de tesón en el minuto 95. Fue el gol del canterano que tenía problemas para marcar pero que ayer metió el gol de su vida, el que le coloca en la historia del club, al más puro estilo de Iniesta en Stamford Bridge pero en un contexto todavía más impactante. Aunque en la historia están todos. De Luis Enrique a Messi. De Luis Suárez a Piqué. De Busquets a un Neymar que levantó al equipo cuando la eliminator­ia estaba perdida. Porque, sí, en el minuto 87 el Barça mandaba por 3-1 y necesitaba tres más para plantarse en cuartos por décimo año seguido. Quedaba lo mejor. Lo inolvidabl­e. Lo increíble. Lo impensable. Una auténtica lección para la eternidad. A esta generación de futbolista­s que lo han ga- todo le faltaba una reacción de dibujos animados y la atraparon con un suspense que no habría podido escribir ni el más enrevesado de los guionistas. Un partido sin precedente­s, una victoria para siempre porque el Barça le dio la vuelta al 4-0 del partido de ida.

La estampó en la red Sergi Roberto, el sacrificad­o del once inicial, y la piña barcelonis­ta se formó en una esquina. El público se desmelenab­a y Emery no quería creérselo. Pero era verdad. Neymar transformó el cuarto en una falta cuando nadie pensaba ya en la epopeya. El brasileño materializ­ó un penalti asumiendo la responsabi­lidad (Messi ya había metido uno y no quiso tentar a la suerte) para anotar el quinto y poner el estadio patas arriba. Y en el tiempo añadido vino el momento para deleitarse, para visionarlo una y otra vez, para enseñar que, en todos los órdenes de la vida, no hay que rendirse nunca. Una de las manado

UN DESENLACE FASCINANTE En el minuto 88 el Barcelona necesitaba tres goles y gracias a Neymar y Sergi Roberto los logró NUNCA SE RINDIERON Fue una lección hasta el último segundo puesto que los blaugrana se levantaron tras el zarpazo de Cavani UN FIJO ENTRE LOS GRANDES El equipo de Luis Enrique está en cuartos por décimo año seguido tras la noche más emocionant­e UN GRAN INICIO Los barcelonis­tas se colocaron 3-0 y cuando todo parecía perdido tuvieron arrestos para vibrar

ravillas más grandes que se han visto en un deporte.

El decorado requería agallas. Así lo interpretó el Barça desde el segundo uno. No se trataba de ir a degüello y con precipitac­ión, pero sí de amenazar siempre, de disputar cada balón como si fuera el último. Era la hora del abordaje y para eso nadie mejor que Luis Suárez. No era un día para pensar en la belleza ni en el toque delicado. Si llegaba, mejor. Pero se trataba de hacer un mínimo de cuatro goles. Que el balón entrase. Lo de menos era cómo.

Como prueba el tanto con el que arrancó el encuentro. En medio de un ambiente electrizan­te, Suárez logró el 1-0 de una forma inverosími­l. Rafinha colgó un balón desde el flanco derecho, Messi, aunque no podía alcanzarlo, lo luchó y obligó a Verratti a desviar el esférico hacia atrás. Por allí emergió el uruguayo para rematar con la testa. Cuando la defensa parisina rechazó la pelota ya había entrado. Apenas se había descorchad­o el duelo y ganaba el Barça. El equipo de Luis Enrique, esta vez con un 3-4-3 puro tanto atacando como defendiend­o, no dejaba respirar a un PSG que estaba acoquinado. El Barcelona jugaba sin laterales pero intentaba percutir también por las bandas. Además, sin pelota el equipo se comportaba de matrícula de honor y, un enorme Mascherano, Piqué y Umtiti corrían a todo trapo. En el otro lado el cuadro francés apenas hilvanaba tres pases seguidos hasta el descanso. Un entreacto al que se llegó con otra dosis de euforia. Luis Suárez mandó un pase hacia Iniesta que le birló la cartera a Marquinhos y centró. Por allí pasaba Kurzawa, que se metió la pelota en su propia meta. Había caído el segundo.

La cima se antojaba posible cuando sólo empezar la reanudació­n el equipo blaugrana logró el tercero gracias a un penalti transforma­do por Messi. El colegiado primero no apreció pena máxima de Meunier a Neymar, pero el juez de gol le hizo cambiar de idea. 3-0 y 40 minutos por jugar. Tiempo suficiente…, sobre todo si el PSG no marcaba. Por fin Emery abandonó los cuarteles de invierno y mandó a sus hombres subir líneas. Primero avisó Cavani con un remate al palo. Poco después el uruguayo del PSG golpeaba las esperanzas del Barça al estampar un cacao en la red. Todo el estadio acusó el mazazo y Cavani rozó el 3-2 pero su chut lo desbarató Ter Stegen (qué importante fue esa parada). Quedaba media hora para intentar el más difícil todavía y el Barcelona escribió los minutos más emocionant­es de su vida. Como el United cuando volteó una final de la Copa de Europa en dos minutos ante el Bayern en el Camp Nou pero con una gesta aumentada. Metiendo tres goles a partir del 88. Primero Neymar con un tiro de falta magistral. Después también el brasileño al anotar un penalti cometido sobre Suárez. Y luego el sexto, obra de Sergi Roberto, que desató el delirio. Sólo ellos podían hacerlo.

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EMILIO MORENATTI / AP
 ?? ALBERT GEA / REUTERS ?? El abrazo. El entrenador del Barcelona, Luis Enrique Martínez, felicita a Sergi Roberto al finalizar el encuentro mientras Rakitic se sube sobre Umtiti
ALBERT GEA / REUTERS El abrazo. El entrenador del Barcelona, Luis Enrique Martínez, felicita a Sergi Roberto al finalizar el encuentro mientras Rakitic se sube sobre Umtiti

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