La lucha contra el machismo toma la calle
Media hora, 200 metros en una manzana de l’Eixample: muchas no pararon, otras sí y bajaron a la calle
Media hora. Es el tiempo dedicado al paro de mujeres y el que hay para intentar captar a pie de calle si el llamamiento a esta brevísima huelga simbólica ha calado más allá de los movimientos feministas. El primer paisaje que ofrece la calle Urgell a las 12 horas no presagia grandes revoluciones. Las chicas siguen trabajando en la cafetería, otra saca el cartel del menú en la tienda de comida preparada, en la puerta del banco no hay nadie. La calle, una zona neutra, sin instituciones y por lo tanto buen escenario para medir lo que sucede, sigue su curso y en la primera esquina dos mujeres charlan y fuman frente a una oficina. ¿Estáis aquí por el paro o solo fumáis?
“Fumo, pero ahora que lo preguntas me sumo al paro”, dice Nuria. Unos metros más allá dos mujeres hablan en la puerta de Danone. Esta vez sí. Han bajado por la huelga, tienen las ideas claras y van expresamente vestidas de negro como se ha recomendado en homenaje a las que marcharon en Argentina contra la violencia machista. “Justo ahora –señalan– hablábamos de que la igualdad ha ido hacia atrás, que cuando éramos niñas parecía que un día se tocaría con las manos, y hoy está más lejos”.
Apetece charlar un rato más pero los 30 minutos se esfuman, y allí se quedan María Jesús y María debatiendo con Nuria, que se ha sumado al grupo.
Cambio de calle. Las cajeras del súper están en sus puestos de trabajo, pregunto a una chica frente a un comercio si está secundando el paro de mujeres y responde que no. Un poco más allá dos hombres y una mujer hablan en las escaleras de un edificio. La cara de los chicos ante la pregunta muestra que no tienen ni idea de qué va. Pero Eva sí. Ha recibido un mensaje y se lo ha montado para hacer coincidir el momento del cigarrillo con el del paro. Sin decir nada.
Quizás no es la revolución, pero en este corto escenario de tiempo y espacio ayer algo pasó.