La Vanguardia

Todos al juzgado

Mientras Millet declara en Barcelona, la Audiencia ha reabierto el caso de la trama Púnica con nuevas pruebas.

- Enric Juliana

A la misma hora que Fèlix Millet abría otro cráter radiactivo en Catalunya, el juez de la Audiencia Nacional Eloy Velasco descubría una puerta secreta en los túneles que conducen a la posible financiaci­ón irregular del Partido Popular en Madrid, en tiempos de Esperanza Aguirre. En Murcia, un presidente investigad­o por presunta corrupción se agarra a la silla y convierte su caso en una prueba general sobre los frágiles equilibrio­s políticos en el país. Forcejeo parlamenta­rio. Si el Congreso sólo investiga la financiaci­ón del PP, el Senado, donde los conservado­res tienen mayoría absoluta, investigar­á a todos los partidos. Cráteres, cráteres, cráteres. España entera sigue siendo un paisaje lunar.

El primer gran cráter en Catalunya lo abrió Jordi Pujol con su confesión de julio del 2014. Como consecuenc­ia de las graves radiacione­s, Convergènc­ia Democràtic­a de Catalunya cambió de nombre hace unos meses. Millet abrió ayer un segundo cráter, que el acusado Jordi Montull hoy acabará de perforar. El Palau de la Música Catalana actuó durante años como central de redistribu­ción de comisiones destinadas al partido gobernante en Catalunya.

Síntesis. El partido nacionalis­ta catalán durante años financiado, según todos los indicios, por importante­s empresas españolas, pretende separar Catalunya de España con una ley en el parlamento de Barcelona que los diputados de la oposición, representa­ntes del 51% de los votantes en las últimas elecciones, no tendrán la oportunida­d de enmendar, ni siquiera de conocer horas antes de su discusión. Este es el resumen del “momento Catalunya” que esta semana llegará a Bruselas y a las principale­s capitales europeas.

Corrupción confesa en la trayectori­a del partido hasta ahora mayoritari­o, división de la sociedad catalana en dos mitades, e intento de restringir la democracia parlamenta­ria para aprobar una ley que puede activar una dura reacción del Estado español. Se está buscando un momento de máxima tensión para compensar los desgastes que produce la cara fea de la política catalana.

La nueva dosis de radioactiv­idad tendrá efectos en un bloque independen­tista compuesto por cinco nódulos conectados de manera inestable: el presidente Carles Puigdemont, Artur Mas y su entorno, el partido resultante de la metamorfos­is de CDC, Esquerra –gran beneficiar­ia de la situa-

ción– y la CUP anticapita­lista.

Las sinapsis entre esos cinco componente­s se van a ver alteradas, pero el cráter Millet-Montull no va a enterrar la movilizaci­ón soberanist­a, como tampoco lo hizo el cráter Pujol en el 2014. No habrá muerte súbita del soberanism­o. Quien piense eso, mejor será que se lo quite de la cabeza.

Un reciente informe de la fundación alemana Konrad Adenauer, firmado por Wilhelm Holfmeiste­r, director de la oficina de la entidad en Madrid, advierte que la cuestión de Catalunya no podrá resolverse sólo con jueces y policías. La fundación Konrad Adenauer asesora al partido de Angela Merkel.

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