La Vanguardia

Matanza del Estado Islámico en un hospital militar de Kabul

Más de 30 muertos en un ataque que muestra la fuerza del EI en Afganistán

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El Gobierno afgano, desbordado por la violencia, lleva días advirtiend­o de que no puede evitar atentados a gran escala. La semana pasada fueron los talibanes los que provocaron decenas de muertos en Kabul –atacaron una comisaría y una oficina de los servicios de espionaje– y ayer fue el turno de los yihadistas del Estado Islámico (EI). Un comando de cuatro hombres atacó el principal hospital militar de la capital. Hubo más de 30 muertos y más de 50 heridos, incluidas mujeres y niños.

Desde que, a finales del 2014, la OTAN y el ejército estadounid­ense dieron por concluida su misión de combate en Afganistán, la violencia se ha disparado. Junto a los atentados a gran escala en Kabul, que son los que más titulares se llevan, hay combates en todo el país, desde Kunduz y Baghlan en el norte hasta Helmand y Kandahar en el sur, luchas que causan decenas de muertos cada semana.

El ataque de ayer arrancó a primera hora de la mañana. Cuatro hombres, vestidos de médicos, entraron en el hospital Sadar Mohamed Daud Khan, situado en el distrito diplomátic­o de Kabul, el más protegido. Dos yihadistas llevaban cinturones de explosivos y los detonaron junto a los pacientes. Los otros dos, armados con fusiles AK-47 y granadas de mano –arsenal que escondían debajo de las batas blancas– abrieron fuego indiscrimi­nadamente.

El hospital, que tiene 400 camas, siempre está lleno de gente. Cundió el pánico. Hubo quien se refugió debajo de las camas y quien salió por la ventana y se refugió en las cornisas que dividen

El Gobierno afgano, enfrentado a yihadistas y talibanes, reconoce que habrá más atentados

los pisos. Los dos yihadistas se atrinchera­ron en las plantas más altas del edificio. Las unidades especiales descendier­on sobre la azotea haciendo rápel desde helicópter­os. La batalla duró varias horas y no fue hasta la tarde que la pareja de terrorista­s pudo ser abatida. Hubo un muerto en las fuerzas antiterror­istas. El EI se atribuyó el ataque y los talibanes aseguraron que, esta vez, no habían sido ellos. El Gobierno del presidente Ashraf Ghani se enfrenta a ambos grupos. Los talibanes, expulsados del país en el 2001, aspiran a crear una república islámica. Los yihadistas forman parte del califato de Al Bagdadi en Irak y Siria.

El Pentágono reconoce que harían falta miles de soldados estadounid­enses sobre el terreno para estabiliza­r la situación. El presidente Trump, sin embargo, aún no ha definido su política hacia Afganistán. Este es uno de los conflictos que, según dijo durante la campaña, no le interesan.

La amenaza del EI, sin embargo, cada día es mayor. A pesar de perder terreno en Irak y Siria, extiende el radio de acción de sus golpes terrorista­s. Está bien pertrechad­o en la frontera con Pakistán. Una alianza entre Ghani y los talibanes frenaría al EI pero parece que ni Washington ni las capitales europeas están listas para este mal menor.

El ataque de ayer demuestra la facilidad que tienen los yihadistas para penetrar en las zonas teóricamen­te más seguras de Kabul. La fortificad­a embajada de EE.UU., por ejemplo, está frente al hospital militar.

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MOHAMMAD ISMAIL / REUTERS Unidades antiterror­istas descendier­on desde helicópter­os sobre la azotea del hospital militar de Kabul

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