Otra bomba de Wikileaks
WIKILEAKS ha reaparecido con un arsenal cibernético que no sólo pone en cuestión la fiabilidad y eficacia de la CIA y la seguridad de Estados Unidos, sino también la garantía de confidencialidad personal por parte de las principales empresas estadounidenses de la alta tecnología. Además, la filtración de más de 8.000 documentos atribuidos a la agencia de inteligencia representa un balón de oxígeno para el presidente Donald Trump, en plena campaña contra las agencias de seguridad del país que le relacionan, aunque sea de forma indirecta, con el pirateo ruso contra sus rivales, los demócratas.
La nueva oleada de Wikileaks revela un sistema de ciberespionaje con el que se han pirateado móviles, ordenadores y televisores para convertirlos en micrófonos y espiar a sus usuarios. Es decir, una adaptación tan sorprendente como real del Gran Hermano de George Orwell. Se trata de un sistema que afecta sobre todo a material producido en empresas de Estados Unidos, como son Apple, Windows, Google, o la coreana Samsung, así como de métodos para sortear encriptados de plataformas de mensajería como WhatsApp, Signal o Telegram. La revelación de la agencia que fundó Julian Assange, refugiado en la embajada ecuatoriana en Londres, se refiere a documentos muy recientes, puesto que abarcan el periodo entre el 2013 y el 2016, con lo que las consecuencias políticas, industriales y comerciales de la “mayor revelación de documentos de la CIA” pueden ser trascendentales.
Al margen de los efectos de todo tipo que el conocimiento de estas malas prácticas de espionaje e inteligencia puedan tener para la agencia y sus responsables, así como para la industria tecnológica norteamericana, no deja de sorprender, sin embargo, la coincidencia en la revelación de documentos top secret por parte de Wikileaks en momentos de coyunturas políticas especiales en Estados Unidos. Desde las crueles torturas en cárceles de Irak o Afganistán hasta los espionajes a políticos extranjeros, incluso aliados como Merkel o Netanyahu, o los 30.000 correos electrónicos de Hillary Clinton durante su etapa como secretaria de Estado desvelados en plena campaña para las presidenciales. Ahora, la nueva remesa de documentos de la agencia de Assange se convierte en una valiosa arma para Trump y parece dar la razón a quienes afirman que Wikileaks es una plataforma en la estrategia del Kremlin para desestabilizar EE.UU. En todo caso, la insistencia en publicar documentos en una sola dirección aconseja tomarse esas revelaciones con muchísima prudencia y mayor distancia.