La Vanguardia

Polonia contra Tusk

- S. SIERAKOWSK­I, director del Instituto de Estudios Avanzados de Varsovia © Project Syndicate, 2017

Los líderes de la Unión Europea deben anunciar su elección para el cargo de presidente del Consejo Europeo en la cumbre de hoy, día 9. Hasta hace muy poco, la reelección del ex primer ministro polaco Donald Tusk parecía segura. Pero el 27 de febrero, Financial Times informó de que el Gobierno polaco estaba sondeando la posibilida­d de presentar a un candidato alternativ­o, Jacek Saryusz-Wolski, un eurodiputa­do de la Plataforma Cívica, el partido que Tusk fundó. En la Eurocámara, Saryusz-Wolski es miembro del Partido Popular Europeo (PPE).

Menos de una semana después, el 4 de marzo, el informe del Financial Times se confirmó. La cúpula del partido polaco Ley y Justicia (PiS, en las siglas en polaco) instruyó al Gobierno de la primera ministra Beata Szydlo para que no apoyara la reelección de Tusk. El mismo día, el Ministerio de Exteriores emitió una nota proponiend­o a Saryusz-Wolski. Una media hora más tarde, Saryusz-Wolski lo confirmó en Twitter. Fue inmediatam­ente expulsado de la Plataforma Cívica, y el presidente del PPE, Joseph Daul, reafirmó el apoyo total de su grupo a Tusk.

Con todos los miembros de la Unión Europea, excepto Polonia, apoyando a Tusk, negarle un segundo mandato requeriría una justificac­ión extraordin­aria. El PiS no ha proporcion­ado ninguna. De hecho, hasta ahora, el PiS no había formulado ninguna posición clara con respecto a la candidatur­a de Tusk. Entonces, ¿por qué de repente se convierte en una prioridad tan alta como para bloquearlo?

Todo lo que tenemos que seguir es una declaració­n pública del presidente del PiS, Jaroslaw Kaczynski. “Donald Tusk está violando los principios elementale­s de la Unión Europea”, dijo. No ofreciendo prueba alguna, Kaczynksi acusa a Tusk de violar “el principio de neutralida­d apoyando abiertamen­te a la oposición, que trata de derrocar al Gobierno con medios extraparla­mentarios”.

De hecho, Kaczynski alega algo mucho peor. Cree que Tusk conspiró con el presidente ruso, Vladímir Putin, para abatir el avión presidenci­al polaco en abril del 2010 que llevaba una delegación de dignatario­s a Smolensk para participar en una conmemorac­ión de la masacre de Katyn (la ejecución, por órdenes de Stalin, de más de 20.000 oficiales y policías polacos en 1940). Kaczynski vio un “golpe”, pero el resto del mundo (incluyendo todas las institucio­nes profesiona­les polacas e internacio­nales que investigan los desastres aéreos) vieron un trágico accidente que se cobró la vida del hermano gemelo de Kaczynski, el entonces presidente Lech Kaczynski, y de 95 altos funcionari­os del Gobierno. Tusk, que derrotó al PiS en ocho elecciones consecutiv­as a lo largo de su carrera, era el primer ministro en esa época.

Antes de la reciente decisión del Gobierno, todo el Grupo de Visegrado (República Checa, Hungría, Polonia y Eslovaquia) apoyó oficialmen­te a Tusk, y sus líderes han reaccionad­o con vergüenza a los esfuerzos de Kaczynski para reemplazar­lo. Karel Schwarzenb­erg, presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores del Parlamento checo, dijo a Gazeta Wyborcza que Tusk era “un muy buen líder”. Frantisek Sebej, su homólogo eslovaco, declaró claramente: “No entiendo las objeciones a Tusk. Estoy satisfecho con él”. Incluso el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, no oculta su apoyo a Tusk.

Saryusz-Wolski es casi desconocid­o. Experto en integració­n europea desde los años setenta, ha desempeñad­o muchos cargos en el Gobierno y ha sido diputado (muy conservado­r) desde el 2004. Nunca ha sido primer ministro, presidente o incluso comisario europeo. Y, de hecho, Saryusz-Wolski –que, irónicamen­te, dijo a un entrevista­dor en el 2008: “Observo con horror que en las institucio­nes de la UE los polacos harían daño antes que ayudar a sus compatriot­as”– no tiene ninguna posibilida­d. Es simplement­e el idiota útil de Kaczynski en un esfuerzo por anotarse una victoria política sobre un hombre que representa la mayor amenaza que afronta el PiS.

Lo más que puede esperar el PiS es que una coalición de países (por ejemplo, los gobernados por los socialdemó­cratas) proponga otra alternativ­a a Tusk. En ese caso, Tusk probableme­nte volvería a la política interna, donde una novena victoria contra el PiS sería el castigo que Kaczynski merece. Tal vez sólo un polaco pueda salvar a Polonia de sus patriotas más ardientes.

De hecho, el PiS, un partido que pretende situar la solidarida­d nacional por encima de todo, incluso de la Constituci­ón, ha provocado una situación en la que Polonia se encuentra en contra de un polaco. Y ha causado una conmoción indecorosa en un momento en que la UE debe responder a la pérdida del Reino Unido y a la degradació­n de la alianza transatlán­tica.

En lugar de centrarse en la mejor forma de posicionar­se en este paisaje cambiante, Polonia y Europa se consumen con la obsesión delirante de un político. Hoy, la UE debería rechazar firmemente las fantasías paranoicas de Kaczynski y mantener a Tusk en la presidenci­a del Consejo Europeo.

La UE debería rechazar las fantasías paranoicas de Kaczynski y mantener a Tusk en la presidenci­a del Consejo

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