Sensación de paz
Ver en escena al tenor Piotr Beczala me infundió sensación de paz. Con su ademán sereno, su sonrisa simpática,
Grans Veus Intérpretes: Piotr Beczala, tenor; Helmut Deutsch, piano. Lugar y fecha: Palau de la Música Catalana, 7-3-2017
un poco como de payés polaco después de una buena cosecha, infundía sensación de paz. Oyéndolo enfocar un recital de lieder en la lengua de los que fueron tantos años enemigos de su país, hacía pensar que finalmente hemos entrado ya profundamente en un nuevo siglo en el que, al menos en Europa, ya no son posibles las terribles incidencias de aquel pasado espantoso.
Los lieder de Schumann los dijo con elegancia y matices esmerados, con el pulcro acompañamiento pianístico de Helmut Deutsch, especialista en el género que dio el relieve adecuado a la parte instrumental. Piotr Beczala lució su voz de una rara homogeneidad, de una belleza tímbrica inusual, de una elegancia en el canto y con capacidad de transmitir una sensación de interpretación sin “peligros” vocales, de facilidad en la emisión y de un buen gusto innato en la elaboración del discurso musical.
Un Palau que, sorprendentemente, no estaba lleno del todo, a pesar de la categoría de los intérpretes, aclamó el fin del ciclo schumanniano. En la segunda parte el tenor, abordó el repertorio operístico, con la impecable compañía del pianista (algún “sabio” se fue diciendo que Deutsch no era “bueno” más que para el lied, cosa que quedó rápidamente desmentida). Hubieron sorpresas sin embargo, al observar que en el aria del segundo acto de La traviata, Beczala se “saltó” la “cabaletta” O mio rimorso que figuraba en el programa. El tenor repitió el éxito inmenso de su Pourquoi
me réveiller que había cantado hace poco en el Liceu, e hizo oír toda la elegancia del aria de Roméo et Juliette de Gounod, con sus si naturales de gran calidad. Menos afortunado resultó su intento de seguir con fidelidad el final del aria de la Flor de la Carmen, de Bizet, que exige el
apianamento en el agudo final que Beczala sólo consiguió de una manera insegura, quizás el único momento conflictivo de su actuación. Le falta también una perfección en la pronunciación de las palabras italianas, pero eso tendrá sin duda fácil solución. El recital fue, por otra parte, una “cata”, en las dos últimas arias, de los títulos que prepara para pronto. Acabado el recital, cantó una bonita canción polaca y tres arias más ante la insistencia del público para conseguir prolongar un poco más el magnífico recital que ambos artistas ofrecieron.