Bernard Arnault concede 158 millones para recuperar otro museo en París
El presidente de LVMH ficha a Gehry para ampliar un centro artístico cerrado
Cuando escucha la palabra cultura Bernard Arnault saca la chequera. El presidente de LVMH (Louis Vuitton Moët Hennessy), líder mundial del lujo y primera fortuna de Francia, concede 158 millones de euros para que París recupere un museo en decadencia, el de las artes y tradiciones populares, y gane una sala de conciertos para cuatro mil espectadores con la firma arquitectónica de Frank Gehry. Ayer, en el Jardin d’Acclimatation, y con vistas a la Fundación Vuitton, este mecenas del siglo XXI anunció su gesto, junto a la ministra de Cultura, la alcaldesa de París y el presidente de Francia.
Tal constelación de autoridades obligó a extremar medidas de seguridad (exigir a cada periodista el envío previo de una foto y a multiplicar controles) con un rigor extraño a un acto cultural. Pero la representación política era lógica: cerrado hace doce años, el museo se había convertido en una patata caliente que el Estado y París se devolvían.
Por eso, si la alcaldesa Anne Hidalgo se declaró feliz de “comprobar que nuestra ciudad es atractiva para los inversionistas privados”, Arnault le correspondió con la idea de “acrecentar la irradiación internacional de París” y el presidente François Hollande celebró la coincidencia entre intereses privados y públicos. A falta de que el consejo municipal apruebe la concesión el 27 de marzo próximo, todo el mundo saca tajada. Incluido Thomas Dubuisson, nieto del arquitecto Jean Dubuisson (19142011), autor del museo de artes y tradiciones populares inaugurado en 1972. Thomas, que trabajó en el taller de Gehry, estaba satisfecho por “este homenaje a mi abuelo”.
El museo cerró en el 2005. Y los más de 250.000 objetos de sus colecciones fueron transferidos al MuCem de Marsella. Concebido por Georges-Henri Rivière, pionero del concepto de museo antropológico y concentrado en oficios y artes populares del siglo XIX a los años 60, su éxito inicial, reflejado en los 200.000 visitantes anuales de su primera década, descendió hasta atraer a menos de 20.000 curiosos al año. Tal vez porque al mismo tiempo concluía la transformación de la Francia rural en urbana y la consiguiente inversión del porcentaje de habitantes del campo y la ciudad. En 1954 París cedió el espacio al Estado. A pesar del cierre en 2005, el ministerio de Cultura aseguró los salarios de un centenar de empleados hasta 2011 y mantuvo la concesión durante los tres años siguientes. Mientras, discutía con París. La ciudad pretendía que le devolvieran el edificio en buen estado y facturaba la operación en 15 millones de euros, que Cultura reducía a la quinta parte. Y como la obra de Dubuisson estaba protegida era imposible vender el apetecible espacio, entre el Bois de Boulogne y los barrios residenciales.
Por eso, tanto el Estado, en este caso el ministerio de Cultura, como París, buscaban una salida. Concesionario, ya, de gran parte del jardín de aclimatación y del predio de la Fundación Vuitton, Arnault, por su parte, quería extender sus dominios. Y nada más indicado que apropiarse de los ocho pisos y casi 14.000 m2 del museo.
Su proyecto fue aprobado con una celeridad inusual y la madrina Hidalgo y el padrino Hollande asistieron al bautizo de La Maison LVMH Arts-Talents-Patrimoine que debiera ser ratificado en tres semanas.
El museo de artes y tradiciones se ampliará con una sala de espectáculos y otra de exposiciones
Con retoques de Gehry –autor ya del edificio de la fundación– quien además promete desarrollar un par de ideas que Dubuisson no llegó a redondear, el sitio dispondrá de un espacio polivalente de 2.600 m2 apto para recibir entre 2.000 y 4.000 espectadores para conciertos, espectáculos y exposiciones de obras de gran formato. Las de tamaño convencional contarán con una sala de 700m2. París no desembolsará un céntimo y recibirá 150.000 euros anuales y entre un 2% y un 10% del volumen de negocio, según se trate del restaurante, las taquillas u otros ingresos. Y como La Maison es también el núcleo de las actividades de LVMH, y parte de la inversión en mecenazgo no paga impuestos, todo el mundo está contento.