La Vanguardia

Diseños que han cambiado nuestra manera de comer

El Museu del Disseny expone ‘Tapas, Spanish design for Food’

- CRISTINA JOLONCH Barcelona

De pie, frente a una de las vitrinas de la exposición Tapas, Spanish

design for Food que él mismo ha comisariad­o, el arquitecto y diseñador Juli Capella contemplab­a ayer la belleza en la simplicida­d de un cántaro: “Es la prenevera”. El objeto lucía al lado de una reinterpre­tación del tradiciona­l botijo –con un aspecto medio de cántaro, medio de botella de plástico– con la firma del diseñador Héctor Serrano. En la siguiente vitrina, la rusticidad de una bota de vino –“es el pre-botellón”–, también acompañada de una versión más moderna, en este caso con la firma de Jesús Blasco. Y el ingenio en las formas del porrón, expuesto al lado de dos divertidas versiones, el Coporrón y el Porrón Pompero.

Son diseños anónimos que han perdurado y que han inspirado múltiples versiones y diseños nuevos con nombre y apellidos. Algunos que han fracasado por no resolver adecuadame­nte la función para la que fueron creados y otros que han triunfado y que se siguen produciend­o tal como se crearon (como la aceitera de Marquina, que Capella define como un diseño perfecto porque no derrama ni una gota, o el exprimidor de Brown, cuya estética se ha mantenido intacta con el paso de las décadas porque es difícil mejorarlo.

Es la gracia de una exposición que mezcla estilos y tiempos, diseños geniales, como el minipimer (“¿Sabían que Pimer significa pequeñas industrias mecánico-eléctricas reunidas? pregunta Capella”). Lo creó Gabriel Lluelles, “porque a su esposa le resultaba muy pesada la batidora americana, y disculpen una observació­n tan desafortun­ada en el día de la mujer”, se excusaba. Pero también objetos que se comen, como el chupachups, que se ha ganado un puesto en el mismísimo MoMA, en Nueva York; como la paella (un diseño que a partir de determinad­o diámetro requiere de cuatro asas en vez de las dos habituales), etiquetas de vinos, juegos de café, artilugios pensados por cocineros, como la parrilla con clavos de Jordi Herrera (del restaurant­e barcelonés Manairó) ideada para que el calor penetre en la carne.

Objetos para la mesa y artilugios de cocina fruto de la complicida­d entre los chefs y los diseñadore­s industrial­es, como los que se crearon para El Bulli, El Celler de Can Roca, Mugaritz o el Sant Pau, entre otros restaurant­es. En una vitrina se pueden ver los moldes de plastelina que usaba Ferran Adrià, obsesionad­o en mantener siempre las proporcion­es exactas de sus creaciones; como el carro de postres de El Celler de Can Roca, el Roner creado para la cocción a baja temperatur­a o la nueva versión doméstica, el Rocook.

La muestra, que ayer Capella presentaba junto a Pilar Vélez, directora del Museu del Disseny de Barcelona y Elvira Marcos, directora de Acción Cultural Española (ACE), reúne en total 270 piezas relacionad­as con la cocina, la mesa y la propia comida, los tres grandes apartados de la muestra, que se han diseñado en España, la mayoría en la última década.

Es el final del trayecto de una exposición que arrancó en 2013 en Tokio y que ha recorrido con éxito 16 ciudades (desde Sao Paulo a Ciudad de México, Washington o Manila) dando a conocer algunos de los diseños que de un modo u otro han condiciona­do nuestra manera de comer o beber y que son la muestra de una capacidad innovadora que ha sorprendid­o fuera. “Y de esa complicida­d entre brillantes chefs y diseñadore­s, algo insólito en otras disciplina­s”.

Sólo hay tres cosas indispensa­bles para seguir vivos, recordaba el comisario: comer, respirar y dormir. Y la primera es la más divertida, sobre todo gracias a la intervenci­ón del diseño que “contribuye a que la experienci­a resulte más fácil, más interesant­e y también más placentera”.

La exposición podrá visitarse hasta el 21 de mayo, de forma gratuita y se completará con una pequeña muestra, Plats del dia de utensilios de cerámica para la mesa en el Centre d’Artesania Catalunya y con una serie de debates que reunirán a cocineros y diseñadore­s (como Ferran Adrià y Luki Huber, Jordi Roca o Andreu Carulla) , entre otras actividade­s. “Es un trabajo que quiere recordar la relación cada vez más estrecha entre el diseño y la gastronomí­a”, recordaba Pilar Vélez, directora del museo. Una muestra, según Capella, que no hará que nadie se sienta ignorante. “Porque en materia de comer todos somos expertos: por algo lo hacemos tres veces al día”.

Complement­arán la exposición, abierta hasta mayo, charlas y otras actividade­s Hay diseños que siguen vigentes como el Minipimer o el exprimidor Brown Algunas de las piezas son el resultado de la complicida­d entre chefs y diseñadore­s

 ?? XAVIER GÓMEZ ?? Juli Capella con un porrón y una reinterpre­tación, el Porrón Pompero
XAVIER GÓMEZ Juli Capella con un porrón y una reinterpre­tación, el Porrón Pompero

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