Sólo para los elegidos
Ha sido un viaje increíble, de locos, una aventura en la que ha habido muy buenos momentos y otros que no han sido tan espléndidos. Pero vosotros –el público, los 20.400 aficionados que llenaban el American Airlines Center de Dallas y que aplaudían a rabiar– siempre habéis estado a mi lado y os agradezco tanto apoyo”. Fue, sin duda, un instante inolvidable en una historia repleta de efemérides como la de la NBA. Un europeo de una pequeña ciudad alemana, Würzburg, en la Baviera, unió su nombre al de otras leyendas del baloncesto profesional norteamericano: Kareem Abdul-Jabbar, Karl Malone, Kobe Bryant, Michael Jordan y Wilt Chamberlain. Son el club de los elegidos, de los jugadores que han superado la barrera de los 30.000 puntos, un círculo que engloba un total de 20 anillos y 19 MVP. Casi nada. Unas memorias de lujo. Por eso, Mark Cuban, propietario de los Mavericks de Dallas, lloraba. También lo hacía Holger Geschwindner, el entrenador alemán que le descubrió y le acompañó en el inicio de su aventura estadounidense. Adam Silver, comisionado de la NBA, reconocía que “después de este nuevo hito, nadie puede tener dudas de que es uno de los mejores jugadores de la historia. Un modelo como deportista y un embajador extraordinario de nuestro deporte”. “Es algo enorme, felicidades”, añadió LeBron James, el máximo referente de Cleveland Cavaliers, vigente campeón, el próximo que entrará en el club de los anotadores porque acumula ya 28.316 puntos.
A pesar de que todo el mundo estaba pendiente de él –necesitaba solamente 20 para alcanzar los 30.000–, Nowitzki hizo gala una vez más de su frialdad, de su enorme capacidad para anotar (promedia 21,8 puntos por partido en su carrera). La muñeca no le tembló y como si siguiera un guión previsto por su entrenador, Rick Carlisle, consiguió los ocho primeros puntos de los Mavericks y cerró un primer cuarto casi impecable con 18, una cifra que ya le garantizaba convertirse en el indiscutible protagonista del partido ante los Lakers. El primer
Dirk Nowitzki se convierte en el sexto jugador de la historia de la NBA que logra 30.000 puntos “Ha sido un viaje increíble, una aventura en la que ha habido momentos muy buenos”
intento de llegar a los 20 puntos no entró, pero sí el segundo. Los aficionados siguieron toda la jugada en pie. Recibió el balón en el lado derecho de la pista, dio un paso atrás para alejarse de Larry Nance Jr. y lanzó. El estallido de euforia en el pabellón fue espectacular. Pero la celebración tuvo que esperar aún un poco más. El alemán aún tuvo tiempo de sumar un triple antes de que el partido se detuviera para celebrar como se merecía un acontecimiento imborrable. Flemático, como siempre, Nowitzki les dijo a sus seguidores que “todavía espero conseguir muchas más canastas antes de desaparecer”. El alemán cumple su 19.ª temporada en la NBA y tiene previsto seguir un año más antes de concluir su carrera. “Es único, puedo asegurar que no habrá otro como él”, resumió Carlisle. “Sumé los primeros dos puntos, luego tres más y me pregunté: ‘¿por qué no? Es posible hacerlo hoy”, se sinceró Dirk, el primer europeo elegido como mejor jugador de la temporada (2007). Cuatro años después consiguió su único anillo.
Nowitzki se convirtió en el tercer jugador que llega a esos 30.000 puntos en el mismo equipo. Karl Malone (Utah) y Kobe Bryant (Los Angeles Lakers) lo habían logrado antes. El presente es soberbio. Pero los inicios no lo fueron tanto. Elegido en el noveno puesto del draft por Milwaukee fue traspasado enseguida a Dallas y en su primer año (1998), aunque había encandilado a Don Nelson, quería regresar a su país. Unos años antes, Geschwindner, su mentor, le había explicado claramente la situación: “Debes decidir si quieres jugar contra los mejores del mundo o si prefieres quedarte como un héroe en Alemania. Si eliges lo último, pararemos de entrenar inmediatamente, porque nadie puede evitar que seas el mejor aquí. Pero si quieres jugar contra los mejores tendremos que entrenar todos los días”. El resto es cronología. De las mejores.