Artur Mas planta cara
LOLA GARCÍA
Nadie del PDECat le ha pedido a
Artur Mas que abandone la presidencia del partido. Y él tampoco ha dado ninguna muestra de que tenga intención de hacerlo, a pesar de las revelaciones de los casos del Palau y del 3%. Mas, que suele crecerse ante las adversidades, comparecerá el próximo miércoles por tercera vez en el Parlament para dar explicaciones sobre la presunta financiación irregular de Convergència y espera salir airoso de la prueba, aunque muchos, incluso en su propio partido, le consideran condenado políticamente.
El juicio del Palau y la instrucción del 3% han ahondado la disfunción que supone crear un nuevo partido sin romper del todo con el pasado. En el PDECat son conscientes del daño que está sufriendo la imagen de la formación y temen que el cambio de nombre y el relevo de dirigentes no sean un muro suficiente para contener la ola de acusaciones de corrupción. Las declaraciones de Fèlix
Millet, Jordi Montull y la hija de este, Gemma, sobre pagos ilegales a Convergència, sumadas a los informes que aparecen en el sumario del 3% que describen la presunta connivencia entre el extesorero convergente Andreu Viloca, el exconseller Germà Gordó y algunos empresarios que trabajaron para la administración han caído como una bomba en la aún frágil estructura del PDECat. Por eso, su coordinadora general, Marta Pascal, se esfuerza en marcar distancias con los protagonistas del pasado en sus declaraciones públicas y le pasa la pelota a Mas para que dé explicaciones. Algunos cuadros intermedios del PDECat consideran en privado que Mas debería dar el paso atrás definitivo de la política, pero de momento ningún dirigente le ha hecho llegar al presidente del partido ninguna insinuación al respecto.
Mas, por su parte, no ve ningún motivo para dejar ese cargo. Según fuentes cercanas al expresidente de la Generalitat, él sólo asumiría responsabilidades políticas en caso de que se demuestre que se adjudicaron obras a cambio de comisiones para Convergència. Ese extremo es difícil que se dirima en este juicio, aunque el fiscal lo intentará. En la causa no hay ningún miembro del Govern imputado para acusarlo de trato de favor a cambio de dinero para el partido, ya que las revelaciones no se han producido hasta el juicio mismo, que está centrado en principio en el expolio del Palau de la Música. Sin embargo, las declaraciones de dos empresarios que cargaron facturas falsas al Palau por cuenta de CDC son más que comprometedoras y ponen en serios aprietos al extesorero del partido, Daniel Osàcar. Habrá que ver si Mas considera que la responsabilidad finaliza ahí.
En el PDECat se mantienen a la expectativa de cómo evolucionen los acontecimientos. Las declaraciones de Millet y los Montull acusando a Convergència provocaron la alarma en el partido, algunos veían imposible la continuidad de Mas, pero el alivio llegó cuando Osàcar, lejos de derrumbarse, lo negó todo. Ahora esperan a ver cómo se desarrolla la comparecencia parlamentaria de Mas y que sea él quien extraiga las conclusiones sobre su futuro. El expresident, a su vez, cree que ningún grupo de la Cámara le puede pedir que dimita de nada porque ya no ostenta más que un cargo en su partido, cosa que no es competencia del Parlament.
Se da por supuesto que la oposición será contundente con Mas, incluida la CUP, a pesar de su apoyo al Govern. Los cuperos, que ya consideran que le enviaron a “la papelera de la historia” al obligarle a dejar la presidencia de la Generalitat, no desaprovecharán la ocasión para ganar terreno a ERC como paladines contra la corrupción. Será interesante comprobar cómo se desenvuelven los republicanos, socios de gobierno del PDECat. Esquerra ha pasado por diferentes gradaciones en la intensidad de sus reproches a la supuesta corrupción de Convergència. En 2010, en vísperas de elecciones y cuando aún no había llegado Oriol
Junqueras a la presidencia del partido, Esquerra recopiló en un vídeo la comisión de investigación que se desarrolló en el Parlament sobre el caso Palau. Un vídeo que acusaba a Convergència. El republicano Joan Ridao lo resumió con esta frase: “Maragall se quedó corto cuando dijo que el problema de Convergència era el 3% porque parece que es del 4%”.
Ya en época de Junqueras, en el 2013, inmersos en el proceso soberanista, ERC votó en contra de la comparecencia de Mas para dar explicaciones sobre el mismo asunto. “No jugaremos a cuestionar las instituciones catalanas”, dijo Marta Rovira. Pocos meses después, ERC votó a favor de que Mas acudiera al Parlament, aunque mantuvo una actitud comedida. Es previsible que ERC mantenga esa mesura el miércoles. Aunque la alianza con un partido acusado de presunta corrupción no es una buena carta de presentación, los republicanos creen que sería más nocivo hacer leña del árbol caído o, aún peor, aprovechar la circunstancia para hacer descarrilar el proceso hacia la independencia.
Una retirada total de Mas de la escena política dejaría a Junqueras con el liderazgo absoluto del independentismo, puesto que Carles Puigdemont ya ha anunciado su intención de dejar la primera línea política. El expresident es uno de los dirigentes de la antigua Convergència que más empuja hacia el choque de trenes con el Gobierno del PP, con el intento de celebrar el referéndum y la movilización en la calle cuando el Ejecutivo de Mariano Rajoy trate de impedirlo. En la pugna con ERC por ver quién se mantiene más fiel al proceso, Mas aboga por no flaquear ni un ápice. Pero no pocas voces en el PDECat preferirían una salida menos traumática al proceso que pasaría por unas elecciones. Su permanencia al frente del partido impide que esas prevenciones se expresen con mayor determinación.
Mas sólo piensa dimitir si se demuestra trato de favor por obra pública y eso es difícil que se dilucide en el juicio
La permanencia del expresident al frente del PDECat ahoga las voces contrarias al choque de trenes