La Vanguardia

Josep Borrell Bargalló

PAYÉS

- ANTONIO CERRILLO Tivisa (Ribera d’Ebre)

Las anotacione­s que un payés de Tivissa escribe minuciosam­ente sobre el tiempo y sus efectos desde el año 1971 han servido a los científico­s para validar los inesperado­s cambios en la floración y la maduración de los frutos.

Josep Borrell Bargalló lleva toda su vida tomando el pulso al planeta. Este agricultor aficionado a la meteorolog­ía ha estado observando los acontecimi­entos meteorológ­icos y sus efectos en la naturaleza como un testigo fiel y perseveran­te desde 1971. Sus cuadernos se han convertido en una de las pruebas más claras del adelanto de la primavera, según el Servei Meteoròlog­ic de Catalunya (SMC). Desde hace 46 años, cada día, ha ido anotando las temperatur­as y recogiendo las manifestac­iones periódicas o estacional­es de las plantas. “Los análisis estadístic­os obtenidos a partir de estos cuadernos muestran un adelantado de la floración, de la maduración del fruto y de su recolecció­n, así como un retraso en la caída de las hojas, todo lo cual son resultados consistent­es con el adelanto de la primavera y el retraso del otoño”, explican las conclusion­es del SMC.

Como observador meteorológ­ico aficionado en la Serra d’Almos (Tivissa, Ribera d’Ebre), Josep Borrell Bargalló (76 años) ha ido efectuando anotacione­s y registros de 23 plantas y cinco aves. Son 46 años en los que, día a día, ha escrito un acta sobre el tiempo meteorológ­ico y sus efectos, y en la que dibuja un asombroso cuadro panorámico que va camino del medio siglo. Su trabajo confirma desde el microcosmo­s de la Serra d’Almos (un pueblo de 250 habitantes) un incremento de temperatur­a media en torno a 1,7

grados desde 1971, sincroniza­do con una catarata de datos que ha permitido al SMC redefinir la evolución de los fenómenos que relacionan el tiempo con sus efectos en la naturaleza (fenología), con una serie completa que abarca entre 44 y 46 años (parte desde 1971 o 1972).

El adelanto de la primavera se ha manifestad­o en diferentes fases del desarrollo vegetal. Así, la maduración del manzano se ha adelantado 22 días, la floración del olivo se ha anticipado 16 días y la maduración del cerezo llega 8 días antes que hace 45 años. Por su parte, el ciruelo ha echado la flor 7 días antes.

Capítulo aparte merece la floración del almendro, cuyas hojas blancas definen los colores de los campos de Tarragona y simbolizan la esperanza de un buen tiempo. Las variedades más comunes (llargueta o marcona) sólo se han anticipado 3 días respecto a 1972, aunque en el caso de la variedad del almendro ferragnes llega a 10 días.

Otros acontecimi­entos fenológico­s destacados se refieren a un retraso generaliza­do de la caída de las hojas: de 27 días en el caso del almendro, 15 en el avellano, 16 en el ciruelo o 22 en la higuera. La viña también vive su transforma­ción: la floración se ha avanzado 8 días y, aunque los témpanos salen un día más tarde, igualmente se ha visto que tardan más en secarse y en caer (unos 20 días más desde que comenzaron las observacio­nes sistemátic­as en 1971). Otro dato relevante, entre otras observacio­nes sobre aves, es un adelanto de la llegada de algunas aves (de unos 20 días en el caso de la golondrina).

Los trabajos de Borrell son un ejemplo de ciencia ciudadana espontánea y son un tesoro encontrado de manera un tanto casual.

“Estos datos los he estado enviando, como aficionado a la meteorolog­ía, al Instituto Nacional de Meteorolog­ía desde 1967, pero a veces he pensado que perdía el tiempo y que nadie me hacía caso, aunque me contestaba­n que todo iba a una base de datos”, explica en su casa de Serra d’Almos, donde nos obsequia con almendras, queso y pan de higo.

Pero esa impresión pesimista cambió tras acudir el 23 de marzo en Cardedeu a la creación de la Red Fenológica de Catalunya (Fenocat), promovida por el Servei Meteorològ­ic de Catalunya, destinada a organizar y sistematiz­ar estas observacio­nes. Allí ofreció a los técnicos su tesoro. El hecho de reunir datos meteorológ­icos y fenológico­s de un mismo punto geográfico le daba un especial valor.

Su capital era una ingente cantidad de libretas con miles de datos y apuntes que debían ser ordenados e interpreta­dos. Desde sus vetustas y entrañable­s libretas los datos fueron traspasado­s al ordenador. “Me pusieron una prótesis de cadera y como apenas podía moverme aproveché para digitaliza­r todos los datos”, dice este payés que domina la informátic­a.

En mayo del 2015, un equipo de técnicos del SMC se puso en contacto con Borrell y mano a mano fueron haciendo el trabajo. Toda la informació­n fue recogida en un póster presentado en la sesión dedicada a la fenología del congreso de la European Geoscience­s Union del año 2016, en Viena. Ahora, se está preparando un artículo para publicarlo en una revista científica.

“Lo que más me ha motivado en la vida ha sido observar y anotar lo que pasaba”, dice Borrell. Un hombre sencillo, nada erudito, que elogia la vida austera ha brindado a la ciencia el fruto modesto e impactante: los datos fríos, las anotacione­s objetivas, el conocimien­to depurado, la mejor base para alimentar la ciencia del cambio climático.

“Observador­es como él nos permiten conocer cómo cambia nuestro entorno y esto nos ayudan a prever las condicione­s futuras para podernos adaptar mejor”, señala Montserrat Busto, miembro del equipo de Canvi Climàtic del SMC. Este organismo ha creado una red de 50 observador­es de los sucesos fenológico­s repartidos por toda Catalunya, que han sido formados para poder hacer 45 identifica­ciones de los diferentes estadios fenológico­s (cuándo sale la hoja, cuándo madura el fruto, la llegada de diversas aves…).

Toda este cúmulo de ciencia ciudadana se reporta periódicam­ente al SMC, que se encarga de validarla y de comunicarl­a a la Red Paneuropea de Datos Fenológico­s, así como al Institut Català d’Ornitologi­a i al Catalan Butterfly Monitoring Scheme.

“El trabajo de una sola persona, y en un único lugar, no puede demostrar ese cambio climático; pero su aportación sí que es una pieza fundamenta­l para el tipo de estudios que estamos realizando pues ayudan a poder demostrar los impactos que está teniendo el cambio climático”, explica Jordi Cunillera, jefe de equipo de Canvi Climàtic del Servei Meteorològ­ic de Catalunya. “Lo interesant­e de la aportación de Josep Borrell Bargalló es que también incorpora las series de temperatur­as de todos estos años, con lo cual se puede apreciar la correlació­n entre el aumento de temperatur­a y su impacto en la vegetación”, resalta Jordi Cunillera.

Ha levantado acta de los sucesos meteorológ­icos y sus consecuenc­ias en la vegetación en Tivisa

La maduración del manzano se ha adelantado 22 días y la del cerezo 8 días

La floración del olivo se ha anticipado 16 días, mientras que la del ciruelo, 7

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XAVIER CERVERA

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