La Vanguardia

Conmoción en Italia por el asesinato de un vagabundo grabado en directo

Una cámara de seguridad capta cómo un hombre prende fuego a un sintecho

- EUSEBIO VAL

El homicidio, ya de por sí brutal en sus circunstan­cias, provocó una especial conmoción y repulsa en Italia por el hecho de haber sido grabado, con nitidez, por una cámara de seguridad. Todo el país pudo ver ayer en televisión o a través de internet cómo, pasada la medianoche del viernes, en Palermo (Sicilia), un hombre rociaba con gasolina a un vagabundo y le prendía fuego. La víctima murió carbonizad­a antes de que pudieran acudir a socorrerla.

La policía, que inmediatam­ente lanzó una vasta operación en la zona, anunció ayer por la tarde la detención del presunto autor del crimen, Giuseppe Pecoraro, empleado de una gasolinera, de 45 años. El hombre habría confesado el homicidio, motivado, al parecer, por una cuestión de celos. Pecoraro, separado de su mujer, sospechaba que esta tenía una relación con el vagabundo, Marcello Cimino, de la misma edad que el homicida, también separado y padre de dos hijas.

El suceso puso de manifiesto la tenue frontera que puede haber entre el amor al próximo más desinteres­ado y una conducta asesina despiadada. El ataque se produjo bajo unos pórticos en el exterior de la Misión San Francisco, en el centro de Palermo, donde los frailes capuchinos gestionan, con ayuda de voluntario­s, un comedor social en el que cada día almuerza un centenar de personas. El hombre asesinado llevaba un tiempo acudiendo a ese comedor. Una voluntaria lo describió como “una persona tranquila, buena, que no molestaba”.

La secuencia grabada por la cámara de seguridad, de apenas 30 segundos, muestra con claridad lo que ocurrió. Un hombre muy abrigado, con una especie de anorak con capucha, se acerca con un cubo en el que se mueve un líquido. Lanza su contenido en el lugar donde duerme Cimino, sobre el edredón o la manta que lo cubría. La víctima se despierta, levanta la cabeza y se incorpora un poco. El agresor se aleja un instante para dejar el cubo, ya vacío en el suelo. Pone la mano en el bolsillo y saca lo que podría ser un mechero. Entonces se lanza casi en plancha donde estaba Cimino y le prende fuego. El homicida huye pegando saltos y con el trasero en llamas.

Según algunos testimonio­s, el fallecido había tenido una fuerte discusión, horas antes, con un hombre. Podría haber sido en un puesto de fruta. Se desconoce si ese hombre era Pecoraro. El cubo usado para transporta­r la gasolina era parecido a los que se usan para guardar aceitunas. A Pecoraro lo delataron las quemaduras que presentaba en las piernas.

Según uno de los frailes capuchinos, Domenico Spatola, la hermana de Cimino se presentó allí al saber de lo sucedido y le explicó que su hermano tenía una vivienda con cinco habitacion­es pero había decidido vivir en la calle después de su separación. Spatola dijo que cuando acudieron a auxiliar a la víctima, esta era ya cadáver.

El alcalde de Palermo, Leoluca Orlando –un veterano político que vivió los peores años de los atentados de la Cosa Nostra– condenó el crimen como “gesto de violencia bárbara que ha violado el bien sagrado de la vida”. Según Orlando, siempre muy sensible a la imagen de su ciudad y de Sicilia, el ataque “ultraja a Palermo y a su comunidad”. Por ello convocó a sus habitantes a una manifestac­ión silenciosa, con velas, a las 8 de la noche de hoy, cerca del lugar del crimen, para que “respondan con civilizaci­ón y recogimien­to a este momento de horror”. Orlando ordenó que ondearan a media asta las banderas del Ayuntamien­to.

En una entrevista con Radio Vaticano, el arzobispo de Palermo, Corrado Lorefice, se preguntó “cómo un hombre puede ser capaz de un gesto tan cruel”. “Es terrible pensar que un hombre pueda llegar a hacer un acto como este –agregó Lorefice–. Quiere decir que el corazón de los hombres se está haciendo de piedra, que pierde la propia identidad”. Según el arzobispo, un crimen de esta naturaleza debe llevar a la sociedad a empeñarse “en una cultura del diálogo, de la no violencia”. “Todos nos vemos interpelad­os a repensar nuestra vida en otros términos –concluyó Lorefice–. Lo siento yo también como obispo”. El rotativo de la Santa Sede,

L’Osservator­e Romano, se hizo eco del homicidio. El diario recogió las declaracio­nes del director de Cáritas de Palermo, Sergio Mattaliano, quien alertó sobre los graves problemas sociales que sufre la ciudad. Mattaliano, que no conocía todavía que el probable móvil había sido pasional, denunció que la capital siciliana vive “una crisis devastador­a y una situación que día tras día se hace cada vez más dramática”.

El crimen, por una cuestión de celos, se produce en Palermo, ante un comedor social de los capuchinos

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EXCLUSIVA / ‘LA REPPUBLICA’ El asesino roció de gasolina a su víctima, mientras dormía

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