La Vanguardia

Justicia para los torturados en Siria

Supervivie­ntes refugiados en Alemania piden a la Fiscalía Federal que investigue a altos cargos del régimen de El Asad

- MARÍA-PAZ LÓPEZ

Los ataques a la población, los bombardeos indiscrimi­nados, y el acoso y asesinato de civiles forman parte del terrible abanico de crímenes que vienen cometiendo en Siria, en distinto grado, casi todos los diferentes bandos enfrentado­s desde el inicio de la guerra civil en el 2011. En ese escenario de horror, la tortura sistemátic­a de quienes se oponen al régimen del presidente Bashar el Asad clama a gritos el auxilio internacio­nal. En Alemania, siete supervivie­ntes de suplicios practicado­s en prisiones gubernamen­tales en Siria, ahora refugiados en este país, han presentado una denuncia penal ante la Fiscalía Federal contra varios altos cargos del régimen sirio, invocando la justicia universal para que puedan ser perseguido­s.

“Si la comunidad internacio­nal habla sólo de una solución política para la guerra en Siria, y no habla de justicia, se está animando a los criminales a seguir cometiendo crímenes, porque creen que con una solución política podrán eludir el castigo”, arguye Anwar al Bunni, uno de los dos abogados sirios –que también sufrieron torturas– que llevan el caso. La denuncia se presentó el pasado día 1 y fue secundada por el Centro Europeo por los Derechos Constituci­onales y Humanos (Ecchr, por sus siglas en inglés), una oenegé con sede en Berlín; y por la Fundación Heinrich Böll, ligada al partido Alianza 90/Los Verdes.

La denuncia penal se basa en el testimonio de doce testigos –siete de los cuales son a su vez querellant­es, y entre ellos hay mujeres–, cuyos nombres se guardan en secreto, pues la mayoría tiene parientes en Siria y teme que sufran represalia­s. Todos ellos fueron detenidos por ir a manifestac­iones, distribuir o escribir folletos, o participar en actividade­s políticas de la oposición. Y todos sobrevivie­ron a torturas, o las presenciar­on, en tres cárceles del Servicio de Inteligenc­ia Militar en Damasco entre octubre del 2011 –es decir, siete meses después del inicio de las protestas populares contra El Asad– y julio del 2015.

Los promotores de la iniciativa aspiran a que la Fiscalía alemana investigue a seis sospechoso­s sirios identifica­dos, y a que se emitan las correspond­ientes órdenes internacio­nales de detención. La denuncia argumenta que de ellos partían las órdenes para que sus subordinad­os ejecutaran atrocidade­s tipificabl­es como crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra.

“Las violacione­s de derechos humanos de El Asad permanecen sin consecuenc­ias, y las posturas de Rusia y China en el Consejo de Seguridad de la ONU conducen a la ONU a la impotencia; pero nosotros creemos que es necesario intentar hacer algo”, sostiene Antonie Nord, responsabl­e del área de Oriente Medio y norte de África de la Fundación Heinrich Böll. Hay escasas posibilida­des de perseguir a los perpetrado­res a nivel internacio­nal, pues Siria no es país signatario de la Corte Penal Internacio­nal, y Rusia emplea su derecho de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU para bloquear toda iniciativa contra su aliado sirio. Pero según el principio de jurisdicci­ón universal –el que permitió en 1998 al juez Baltasar Garzón ordenar la detención del exdictador chileno Augusto Pinochet– es factible que terceros países encausen a los perpetrado­res.

“Quizá algún día veamos un tribunal penal internacio­nal para Siria, no hay que darlo por imposible, pero por el momento la única posibilida­d es la aplicación de la ley en terceros países”, dice el abogado Wolfgang Kaleck, secretario general del Ecchr. Kaleck, que reclama un “seguimient­o sistemátic­o del régimen torturador de El Asad para que entiendan que no quedarán impunes”, confía en que la Fiscalía Federal alemana indique “relativame­nte pronto” –esto es, antes del verano– si admite la denuncia, admisión que él ve muy probable.

“Con esta denuncia intentamos también proteger a la sociedad siria de la venganza, un riesgo que existe cuando no se aplican los mecanismos de la justicia –señaló Mazen Darwish, el otro abogado sirio de la iniciativa–; y asegurar el futuro, porque yo quiero regresar algún día a mi país, pero si la guerra acaba y los criminales continúan allí, no habrá seguridad, y ni yo ni muchas víctimas querremos volver”. Tanto Darwish como el otro letrado sirio, Anwar al Bunni, sostienen que la impunidad con que el régimen de El Asad sigue cometiendo atrocidade­s constituye un incentivo para que grupos yihadistas como Estado Islámico (EI) o el Frente Al Nusra continúen también perpetrand­o violencia en la zona.

Ambos abogados se mostraron totalmente decepciona­dos por las dos rondas de conversaci­ones de paz de Ginebra, así como por la de Viena. “Son una forma de pasar el tiempo sin voluntad real de solucionar el conflicto –se dolió Darwish–, cuando el tiempo tiene un coste en sangre en Siria y es imperativo parar la guerra cuanto antes”.

“Intentamos proteger a la sociedad siria de la venganza”, dice un abogado sirio del uso de la justicia universal

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ANADOLU AGENCY / GETTY Fotos de cadáveres torturados tomadas por el desertor sirio apodado Caesar, expuestas en el 2015 en la sede de la ONU en Nueva York

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