La Vanguardia

Salas de cine más atractivas

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LAS salas de cine empiezan a recuperar espectador­esalampa rodela mejora económica y pese al mazazo en el incremento del precio de las entradas que supuso el IVA del 21%. En el último año la asistencia a los cines ha aumentado un 7,5%, un porcentaje que está muy por encima de la media de la Unión Europea, que ha sido del 1,6%, aunque la diferencia en buena parte se explica porque aquí había caído mucho más.

Durante la crisis cerraron gran cantidad de salas, pero las que han resistido han podido sobrevivir gracias a su reinvenció­n, una transforma­ción más allá del mero hecho de proyectar películas y que procura pensar también en el bienestar y las necesidade­s del espectador para mejorar la experienci­a de ir al cine.

Además de cuidar más la calidad de las proyeccion­es, al margen de las propias películas que se exhiben, se buscan también otros ganchos para fidelizar al espectador. No hay una única fórmula en ese camino de los cines para reencontra­r a su público. Hay salas en las que si el espectador decide –antes de media hora– que la película elegida no le gusta, le devuelven la entrada. En otros también devuelven el dinero si hay alguna molestia durante la proyección. En algunos cines procuran ofrecer las mejores palomitas de maíz mientras en otros las prohíben para que domine el silencio y el bienestar en las salas. Incluso hay cines que tienen una app en la que, sin moverse de la butaca, se puede avisar de si hace frío o calor o de cualquier otro contratiem­po. Algunos empresario­s venden las entradas a precios muy ajustados, lo que tiene un gran éxito de público, y otros, en cambio, ofrecen alternativ­as de una mayor calidad y comodidad global. O incluso han surgido los cines de lujo, con butacones de piel y servicio de bar, en donde no sólo se buscan espectador­es sino socios del club.

El nuevo marketing desarrolla­do por los empresario­s de las salas de cines va a ir a más, no sólo en España, sino en toda Europa, como alternativ­a para luchar contra la competenci­a de internet y de las pantallas de televisión cada vez más grandes.

El enemigo de la asistencia a las salas de cines contra el que debe luchar el sector es, precisamen­te, el traslado de las audiencias al ámbito doméstico. En los últimos años, una gran parte de los espectador­es ha abandonado el rito social de la salida al cine y prefiere ver las películas en su casa. Pero, pese a este hecho, el acto de socializac­ión cultural que supone ir al cine, como sucede con ir al teatro o a un concierto, no ha muerto. Lo que sucede es que, como se demuestra ahora, depende de ese algo más que se ofrezca o, a la inversa, de ese algo menos que pueden ser los precios más ajustados. De una u otra manera, se trata de convertir el hecho de ir al cine en algo más atractivo.

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