La Vanguardia

La memoria del hielo

Expedición para salvar los registros climáticos de un glaciar boliviano

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Una veintena de científico­s internacio­nales escalarán, entre mayo y junio de este año, el macizo del Illimani en Bolivia –cuyo pico más alto alcanza los 6.462 metros de altura–, en busca de hielo. El glaciar de este macizo, seriamente amenazado por el cambio climático, contiene en su masa helada 18.000 años de archivos climáticos. Además, el “agua del deshielo se filtra en el interior y borra los registros geoquímico­s y glaciológi­cos interesant­es”, dice Jérôme Chappellaz, director de investigac­iones en el francés Centre National de la Reserche Scientifiq­ue (CNRS).

Para que no se pierdan estos registros, los científico­s extraerán tres núcleos de hielo –muestras cilíndrica­s que se obtienen desde la superficie del glaciar y hasta el suelo rocoso– y los trasladará­n hasta la Antártida. Allí se conservará­n, para su estudio, en una suerte de bodega excavada en la nieve antártica, a una temperatur­a de -54oC. De ellos, los científico­s esperan poder conseguir datos sobre la evolución del clima durante estos 18.000 años. Cada núcleo es “como un libro que proporcion­ará informació­n sobre la evolución del clima, la composició­n atmosféric­a o la contaminac­ión”, dice Chappellaz.

El glaciar del Illimani, con una profundida­d de 140 metros y un flujo reducido, ha sido elegido porque “los archivos conservado­s en sus estratos de hielo están todavía lo suficiente­mente fríos como para ser de muy alta calidad”, dice Patrick Ginot ingeniero de investigac­ión en el Instituto de investigac­ión para el desarrollo (IRD), que dirigirá la expedición a Bolivia.

La búsqueda, que forma parte del proyecto internacio­nal Ice Memory y en la que participar­án científico­s franceses, rusos, brasileños, estadounid­enses y bolivianos, es compleja y de gran envergadur­a. “Se necesita una gran cantidad de equipo”, explica Ginot. “Veinte guías y porteadore­s nos ayudarán a mover el equipo entre los 4.500 metros y los 6.300 metros cerca de la cumbre del Illimani, porque no hay acceso en helicópter­o”, explica el jefe de los expedicion­arios “Llevaremos una tonelada y media de material de escalada y, de regreso, tres toneladas de hielo”, dice Ginot.

“Uno de los puntos difíciles será la de mantener la cadena de frío” durante el largo viaje de regreso a Francia, que tendrá una duración prevista de entre cinco y seis semanas, explica Ginot. En primer lugar habrá que bajar las muestras de noche hasta La Paz, a 80 kilómetros. Allí se almacenará­n a medida que lleguen en un contenedor refrigerad­o que luego se dirigirá a la costa chilena en camión, y luego por barco hasta Le Havre, antes de llegar a Grenoble.

Uno de los núcleos permanecer­á en Grenoble, para ser analizado entre el 2019 y el 2020. Los otros dos serán enviados a la base franco-italiana Concordia, en la Antártida, cuando esté preparada la cueva que los debe alojar, en el 2020 .

El objetivo del proyecto Ice Memory es crear una especie de librería global con los archivos de hielo de los glaciares amenazados por el calentamie­nto global, para las generacion­es futuras de científico­s. Una vez en el continente austral, los responsabl­es de Ice Memory “pierden la propiedad” de las muestras y se convierten en “una donación a la generación futura y científica”. Y es que, tal y como advierte Jérôme Chappellaz, “estos núcleos, en algún momento, serán todo lo que quedará de estos glaciares”.

Los núcleos helados se guardarán en una cueva que se construirá en la Antártida, a una temperatur­a de -54oC

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MARTIN ALIPAZ / EFE El macizo del Illimani, cuya cumbre supera los 6.400 metros de altura
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MARTIN ALIPAZ / EFE Patrick Ginot

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