¿Por qué nos vienen ganas de reír cuando otros se ríen?
Adiferencia del bostezo, que se ha documentado en un gran número de especies y que entre las personas tiene un efecto contagioso, la risa es una reacción poco común en el reino animal. Sin embargo, todos los grandes simios ríen.
Se trata de una reacción espontánea que aparece desde edades muy tempranas. Los bebés suelen ser capaces de manifestar su alegría riendo desde antes de cumplir los seis meses. Al ser una conducta que activa circuitos de placer en el cerebro, tiene un efecto de retroalimentación de sensaciones positivas: reímos porque nos sentimos bien y reír nos hace sentir aún mejor.
Se ha descubierto en estudios realizados con resonancia magnética que, cuando oímos reír a otras personas, se activan neuronas espejo en el cerebro. Estas neuronas, que nos permiten experimentar las emociones que vemos en otros, desempeñan un papel determinante en la empatía y en la vida social. Además, se ha observado que el sonido de risas ajenas activa neuronas en nuestro córtex cerebral que preparan a los músculos del rostro para la risa.
Este es un efecto que se aprovecha en programas de radio y de televisión, así como en películas cómicas, donde un efecto sonoro de risas ayuda a mantener el buen humor entre la audiencia.
Todo ello, sin embargo, no explica qué efecto social cumple la risa. Aquí ofrecen una pista los estudios realizados sobre el comportamiento de los chimpancés. Cuando se ríen, a menudo a causa de cosquilleos mutuos durante interacciones de juego, los vínculos entre ellos se refuerzan. Entre chimpancés, por lo tanto, y posiblemente también entre personas, la risa ayudaría, además de a sincronizar emociones, a fortalecer relaciones entre miembros de un mismo grupo –especialmente porque, a diferencia de la sonrisa, la risa espontánea es altamente contagiosa y mucho más difícil de fingir–.