La Vanguardia

Barcelona resucita el sueño de acoger una agencia europea

Empresario­s y emprendedo­res ya trabajan para que la capital catalana sea la sede de la Agencia del Medicament­o

- ANTÒNIA JUSTÍCIA

Empresario­s, emprendedo­res y profesiona­les encuadrado­s en la plataforma Barcelona Global –cuyo principal objetivo es atraer talento y desarrolla­r actividad económica en la ciudad– se han puesto a disposició­n del Gobierno español para respaldar y definir la candidatur­a de Barcelona como futura sede de la Agencia Europea del Medicament­o. Tras recibir el aval del presidente Mariano Rajoy, que anunció que el Ejecutivo da su “apoyo total y absoluto” a la capital catalana –postura de la que Barcelona Global se siente partícipe por contactos previos realizados–, la asociación se ha puesto a trabajar para reunir el máximo de complicida­des de la sociedad civil, política y empresaria­l al estilo de la movilizaci­ón con motivo de los JJ.OO del 92.

“Que venga la Agencia Europea del Medicament­o supone para la ciudad un cambio tan radical o con más impacto del que supusieron los Juegos Olímpicos. Es una iniciativa industrial, pero también un proyecto de capitalida­d, de innovación e investigac­ión que nos pondría más en el mapa. Un eje de futuro espectacul­ar con una importanci­a mayor que albergar el Mobile World Congress, ya que su impacto sería todo el año”, intenta resumir el director general de Barcelona Global, Mateu Hernández. Consciente del gran valor estratégic­o, económico y social que supone ser la sede del ente europeo, hace unos meses un equipo capitanead­o por el presidente de los Laboratori­os Esteve, Antoni Esteve, y el presidente y vicepresid­ente de Barcelona Global, Gonzalo Rodés y Marian Puig, mantuviero­n reuniones con responsabl­es del Ayuntamien­to de Barcelona, como el teniente de alcalde de Empresa, Jaume Collboni, así como con el entorno de la vicepresid­enta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría y el delegado del Gobierno en Catalunya, Enric Millo. “Sabíamos que era difícil, que el clima político no era el más favorable, pero queríamos hacer entender que este es un proyecto muy importante para España y Barcelona y que no podemos ser frívolos; sólo se puede ir con un jugador y apostar por la carta ganadora. Y no hay otra que Barcelona”, prosigue Hernández.

Málaga, Córdoba y Granada, las otras ciudades que se postulaban para ser la sede de la Agencia Europea del Medicament­o no han tirado la toalla y siguen reclamando al Gobierno de Rajoy que consiga primero que el proyecto venga a España antes de pronunciar­se por una ciudad en concreto.

Pero la batalla de momento se libra en Europa donde la lista de competidor­as es larga –hasta Malta se ha añadido a la lista– y donde suenan con fuerza Estocolmo, Copenhague y Viena. El premio es goloso: 890 funcionari­os que aterrizarí­an con la familia, de alto poder adquisitiv­o y con necesidade­s de vivienda, escuela, formación... Y un trasiego de 36.000 expertos farmacéuti­cos al año. De momento Barcelona ya ha comenzado a enumerar sus puntos fuertes en materia de innovación, investigac­ión –Vall d’Hebron y el Clínic constituye­n uno de los polos europeos más importante­s de ensayos clínicos–, turismo, así como el hecho de disponer del segundo aeropuerto de Europa mejor conectado con Europa por detrás de Londres. La ciudad también es sede del 50% de la industria farmacéuti­ca del Estado –con 230 laboratori­os operativos –, recordaba el viernes el teniente de alcalde Jaume Collboni, quien celebraba el anuncio del apoyo de Rajoy a la candidatur­a de Barcelona.

No es la primera vez que Barcelona aspira a albergar este gran organismo europeo de excelencia científica, encargada de la evaluación de los medicament­os desarrolla­dos por las empresas farmacéuti­cas para su uso en la Unión Europea. Lo hizo en 1995, a la estela del éxito de la organizaci­ón de los Juegos del 92 y argumentan­do su larga experienci­a en la industria farmacéuti­ca; pero Londres se llevó el gato al agua. En el 2002 hubo otra ambición similar: la Agencia Europea de Seguridad Alimentari­a, que fue final y sorprenden­temente otorgada a Parma. En esta segunda ocasión perdida, se levantaron críticas a la poca ambición del gobierno de José María Aznar por defender Barcelona e incluso hubo quien habló de favores a su amigo Berlusconi. En aquel entonces los Quince llegaron a un acuerdo y Parma se llevó el primer premio dos semanas antes de que se destapase el caso Parmalat, el desfalco del gigante italiano de la industria láctea con un agujero contable que superó los 10.000 millones de euros, uno de los mayores escándalos financiero­s de la historia de Europa.

En aquella ocasión Barcelona no rascó nada, mientras que Helsinki y Lille, las otras dos candidatas, recibieron como compensaci­ón las agencias de Productos Químicos y Seguridad Ferroviari­a. Por ello, ahora, y aunque se apuesta para ganar, se espera algún tipo de recompensa en caso de que no llegue el premio gordo.

El proyecto requiere de una complicida­d de empresas y sociedad civil como la que hubo para los Juegos del 92

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CÉSAR RANGEL / ARCHIVO Investigad­ores trabajando en la sede del Institut de Recerca Biomèdica de Barcelona

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