Nueva vida en Vil·la Urània
Vil·la Urània, donde vivió el astrónomo Josep Solà i Comes, es uno de los últimos chalets del barcelonés barrio del Farró, en tiempos mayoritariamente integrado por este tipo de edificios. Dada su escasez y por razones sentimentales y legales, ya que no arquitectónicas, se decidió conservarlo. Cuando este tipo de construcciones pasan a ser de titularidad pública, se les suele buscar una segunda vida como equipamientos para la gente del barrio. No siempre es sencillo, porque no fueron concebidos para eso. Y porque el espacio disponible, en el propio edificio o a su alrededor, es limitado.
Sin poder tocar Vil·la Urània, con escasos metros edificables sobre Via Augusta, y un programa de 3.300 metros cuadrados, SUMO Arquitectes y Yolanda Olmo, la UTE ganadora del concurso, decidieron adosar el volumen de nueva planta a la medianera que limita, por el noroeste, el solar de Vil·la Urània. Y, de este modo, crear una larga fachada corrida de unos 50 metros de longitud, que va desde la calle Zaragoza hasta Via Augusta, es muy visible desde esta arteria y, con el tiempo y el crecimiento de plantas trepadoras, debería convertirse en un jardín vertical, complementario del que rodeaba el chalet. Tomada esta decisión, surgió otra dificultad determinante: la medianera tenía en su tramo central ventanas y galerías, no así en sus dos extremos, que eran ciegos. Esto obligó a dividir el nuevo volumen en dos grandes bloques, unidos por una vistosa estructura de escaleras, que ofrecen transparencia y luz a las mencionadas ventanas.
Por lo demás, este edificio destaca por su vocación de ahorro energético. En su gran fachada exhibe una primera envolvente de lamas orientables, a la que sumará una cortina vegetal, unos generosos espacios de circulación que actúan como cámara de aire y atenúan la temperatura en invierno y verano, y, por último, una fachada de madera y cristal, que da cerramiento a las aulas y salas de reunión.
Desde el exterior, en términos urbanos, el nuevo edificio aporta una nueva rótula –como la del colegio de Economistas o la antigua sede de la academia Berlitzal tramo de Via Augusta comprendido entre Travessera de Gràcia y plaza Molina. Si nos fijamos en la gran fachada corrida, diremos que la composición es algo dura, como lo es la que da a Via Augusta, revestida con placas perforadas que le dan relieve, una alusión a los salientes de las fincas vecinas. Pero en su conjunto esta obra, a punto de entrega y con probable inauguración antes del verano, resuelve bien la conexión con la vieja Vil·la Urània, es un ejemplo de posibilismo, acredita conciencia medioambiental, se adecua a su entorno urbano y lo mejora, y hace todo eso sin renunciar a su vocación afirmativa.