Desigual homenaje
Más allá de las alabanzas que le han acompañado desde que falleció en 1991, la entidad artística de José Ray Heredia está bastante por encima del oportunismo y de su intensa vida privada, llena de luces y dependencias. Aprovechando que el año pasado se cumplieron el primer cuarto de siglo de su muerte y, también, de la publicación de su primer y único álbum, el rupturista y carnal Quien no
corre, vuela, se montaron varias iniciativas para recordar ambos hitos.
El homenaje a aquel disco seminal es desigual, consecuencia de su objetivo inicial de mezclar estilos y géneros. La idea era coger el contenido íntegro original, desde el inicial Alegría de vivir hasta El padre
de la criatura, y dejarlo en manos de una pléyade de heterogéneos intérpretes que garantizasen respeto, atractivo y listón cualitativo. Todo ello bajo el manto productor de Teo Cardalda –que ya se encargó del mismo menester en la grabación de 1991, en aquel entonces compartido con el siempre llorado Mario Pacheco–, y los acomodaticios arreglos del propio Cardalda y Salva López. El arranque es intenso con los gloriosos Alejandro Sanz y Rubén Blades a la altura del reto. A partir de allí, destacan el brillante oficio de algunos ejecutantes –El Tiza 4.0, con Josemi Carmona, Benavent, DiGeraldo y Pardo; El padre de la
criatura, con Arcángel y Pepe Habichuela–, o la sintonía desafiante
–Súmamela bien, con Diego Carrasco, Tomasito y Navajita Plateá– y, en cambio, se diluyen los acercamientos poperos –Vetusta Morla o, sobre todo, Pablo López– o la versión meliflua que de la magistral Yo
solo hace Antonio Carmona.