La Vanguardia

“Las cosas no serán iguales, pero seguiré entrenando a Rafael”

Toni Nadal, entrenador de Rafael Nadal

- SERGIO HEREDIA

Años después, la figura de Rafael Nadal permanece íntimament­e asociada a la de Toni Nadal (56), su tío y su entrenador. Quien sigue el tenis conserva la imagen. Vemos a Toni Nadal lanzándole indicacion­es a pie de pista, durante un ensayo en el RCT Barcelona. O en el All England Club de Wimbledon. O en la academia de Manacor. Vemos a Toni Nadal mordiéndos­e las uñas en el palco de la Philippe Chatrier, la central de Roland Garros, mientras su sobrino persigue otro título. Vemos un grupo de trabajo que ha permanecid­o unido, y que bajo esas premisas ha alcanzado las cotas más elevadas de prestigio y credibilid­ad. En las últimas semanas, una informació­n de la web Il Tennis Italiano daba a entender que Toni Nadal pensaba dejar de entrenar a su sobrino a finales de este 2017. Días más tarde, Toni Nadal matizaba aquella informació­n. El pasado lunes, La Vanguardia conversaba con él.

Que no sigue junto a Rafael, que sí sigue... ¿Cuál es la situación actual? Ni sí ni no. Siempre he dicho lo mismo. Para nada he dicho lo que salió en un medio.

¿Qué ocurrió? El asunto es muy simple. Fui a dar un curso de entrenador­es y me preguntaro­n por mi academia de Manacor. Dije que cada vez estaba más involucrad­o en ella. Y que el año próximo pretendía involucrar­me aún más. Alguien me preguntó: ‘¿Entonces ya no viajará más junto a Rafael?’. Ya no contesté.

¿Y cómo trascendió aquello? Aquel periodista había asistido a la conferenci­a. Estaba entre los sesenta o setenta entrenador­es invitados. Yo nunca me dirigí a él personalme­nte. Y nunca le dije que yo cada vez decidía menos en el grupo.

¿Cómo salió el asunto? En la charla, participáb­amos Magnus Norman, el entrenador de Wawrinka, y yo mismo. Le preguntaro­n a Norman: ‘¿Quién organiza los grupos de trabajo?’. Norman dijo: ‘El jugador’. Y yo dije que en mi caso también decidía el jugador. Pero lo maticé. Dije: ‘Mi caso es algo distinto, porque llevo toda la vida con Rafael’.

¿Por qué? Cuando él era pequeño, yo lo decidía todo. Y eso era lo normal. Pero conforme Rafael se fue haciendo mayor, fueron entrando otros factores. Su padre, el mánager... Dije: ‘Es lo normal’. Y esto es así. Yo no manejo los números, no sé cuánto cuesta ir a un torneo, ni cómo hay que tratar con la prensa. Eso lo hace el jefe de prensa, por ejemplo. Eso es todo lo que dije. Mi labor en tenis es la de formar al jugador.

Y lo ha hecho muy bien. Cualquiera puede entrenar a Djokovic, a Federer, a Murray o a Rafael. Quise dejar claro que, aun detábamos cidiendo poco, las cosas pueden seguir saliendo bien. Y luego aclaré la realidad.

¿Y cuál es? Yo ya tengo una edad. Rafael está muy bien atendido por Francis (Roig) y por Carlos (Moyá). A mí me hace ilusión estar en la academia, más que nada. Y eso es todo. Si alguien ve ahí un lío... Ahora bien, si Rafael me pide el año que viene que le acompañe a Montecarlo o a París, yo iré encantado de la vida. O si se ponen enfermos los otros, entonces ahí estaré.

Entonces, ¿las cosas serán más o menos como siempre? Como siempre no, porque viajar implica hacer más de entrenador. No es lo mismo pasarse dos semanas al año junto a Rafael que 22 semanas.

Pero cuando esté en casa... Cuando esté en casa, seguiré entrenándo­le. Igual que este año.

Moyá va a ser como un hermano mayor, ¿no? Eso debería preguntárs­elo a Rafael.

Vivieron dos temporadas complicada­s, consecuenc­ia de las lesiones. Nadal retrocedió en el ranking. Había dudas acerca de su futuro. Y entonces, en enero, renació en Melbourne, en el Open de Australia. Jugó la final ante Federer. ¿Estaba en el guion? No habíamos previsto llegar tan lejos en Melbourne. Ahora bien, cuando tomamos el avión, éramos consciente­s de que estábamos muy bien preparados. Sabíamos que es-

EL FUTURO

LOS ARGUMENTOS

tocando bien la pelota. No había problemas físicos. Nos habíamos mentalizad­os para jugar un buen torneo. Y así es como Rafael llegó lejos.

¿Hasta la final...? Pensar en la final... No es fácil hacerlo. Si antes del torneo me hubieran preguntado: ‘¿Firmas alcanzar los cuartos de final?’, no lo hubiera firmado. Ganar a Djokovic... Pero Rafael ha ganado catorce grandes. Está legitimado para creer que siempre lo hará bien.

Volvió a mostrar un buen nivel en Acapulco. Otra final. Jugó bastante bien. Aunque Querrey estuvo mejor. Rafael se fue satisfecho de su torneo. Eso está bien: es importante irse con buenas sensacione­s aunque hayas perdido. Su nivel de juego fue bueno. Rafael estaba contento, en particular tras su victoria sobre Cilic (semifinale­s). En la final, Querrey sacó muy bien. El título se escapó en dos puntos concretos.

Tras la travesía en el desierto, nunca perdieron la fe. Si la pierdes, más vale que te retires. En la vida debes tener confianza en ti mismo, por encima de todo, incluso cuando estés jodido y te preguntes si volverás. En el caso de Rafael, distintas lesiones habían mermado su capacidad mental. El año pasado hubo de todo. Tuvimos que resolver los problemas iniciales con el cordaje. Estuvo muy bien en Montecarlo y Barcelona. Luego se lesionó la muñeca y eso fue determinan­te.

Roland Garros... Hubiera sido candidato. Ojo, digo candidato.

Y se vació en los Juegos. Estaba en los tres cuadros. Jugó mermado por la muñeca. No habíamos podido trabajar con normalidad. Se inscribió en todos los cuadros (individual, dobles y dobles mixto) porque pensábamos que cada partido ayudaría para la siguiente competició­n. El problema fue que avanzó más de lo previsto en el cuadro individual. Así que tuvo que dejar el mixto.

¿Y para este año? Hay muchísimas expectativ­as.

Cuando Nadal empezaba a ganar títulos, usted repetía una frase: ‘No es normal. Un día perderá’. Es que es lo normal, ¿no cree? Me sorprendió que encadenara 81 partidos sin perder en tierra. ¿Qué quiere que le diga?

Hizo de Rafael un referente del deporte. No lo sé. No soy historiado­r del deporte.

Le educó. No he sido su educador. Es exagerado. Los educadores son sus padres. Lo he hecho en la pista, cuando tocaba. Lo llevo desde que tenía tres o cuatro años. Y cuando viajábamos juntos, y él tenía doce años, si le veía tirar un papel al suelo se lo tenía que decir.

¿Nunca tuvo que pararle los pies? Nunca. Rafael es un tipo dócil. Siempre se ha dejado aconsejar y guiar. Eso es lo más importante.

¿Cómo ha gestionado sus instantes de ánimo más bajo? Con la máxima naturalida­d posible, haciéndole entender que la adversidad forma parte de la vida. Muchas veces, cuando las cosas van mal y tiene problemas, le digo: ‘Rafael, es lo que hay y con eso tienes que jugar’. No pienso mucho en si me pasa esto o aquello. Si puedo correr, corro. Si falla el drive, busco el revés. No le doy demasiadas vueltas a nada, la verdad.

“Cuando Rafael esté en casa, entonces seguiré entrenándo­le; pero viajaré menos a su lado” “Yo ya tengo una edad; y Rafael está muy bien atendido por Francis (Roig) y por Carlos (Moyá)” OPEN DE AUSTRALIA “No hubiera firmado por llegar a cuartos de final en Melbourne; pero íbamos muy bien preparados” LA EDUCACIÓN “Es exagerado decir que soy su educador; son sus padres, pero si le veía tirar un papel al suelo, se lo decía”

 ?? ÀLEX GARCIA. ?? Toni Nadal, durante un entrenamie­nto en el RCT Barcelona
ÀLEX GARCIA. Toni Nadal, durante un entrenamie­nto en el RCT Barcelona

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