La Vanguardia

La clase obrera y el ‘procés’

- Manel Pérez

Una encuesta de CC.OO. a sus afiliados apunta un 40% de apoyo a la independen­cia y 50% a partidos de izquierda

La posición política de las llamadas clases trabajador­as –el concepto de clase obrera ya lleva algunos años caído en desuso– sobre el procés en Catalunya constituye una de las variables escrutadas con más interés por su importante peso demográfic­o. Los contornos de ese amplísimo sector se han ido difuminand­o, a caballo de la transforma­ción de la estructura económica: menos fábricas y más pequeñas; más servicios y más fragmentac­ión profesiona­l de acuerdo con la nueva división del trabajo generada por los cambios tecnológic­os y las respuestas a las demandas de los mercados. Y una precarizac­ión de su papel.

Las formacione­s nacionalis­tas catalanas han reconocido su escasa penetració­n en amplias capas de esos sectores y han intentado elevar su influencia, con éxito variable, reforzando sus mensajes y mostrando preocupaci­ón por la cuestión social. Los resultados electorale­s en los barrios obreros de Barcelona y las localidade­s industrial­es de su cinturón reflejan un éxito muy limitado. De hecho, en las últimas autonómica­s el retroceso de los socialista­s, tradiciona­lmente hegemónico­s, dejó paso al inesperado ascenso de Ciudadanos, una especie de relevo coyuntural a la espera de más claridad.

Pero igual que la fábrica ha perdido centralida­d en la vida social de tantos barrios y ciudades industrial­es, la cultura trabajador­a ha cambiando sus referentes, los políticos entre ellos. Los trabajador­es, sus sindicatos, el llamado movimiento obrero, no han sido como tal colectivo un jugador activo en el procés. Tampoco lo son en términos de la clásica lucha sindical. El año pasado, el número de horas perdidas por huelgas, en toda España, subió un 11%, hasta 11,4 millones. En el 2012, por ejemplo, fueron 40 millones. 116 millones en 1988.

Los sindicatos de clase catalanes se han ido definiendo sobre el procés adoptando sus propias posiciones. Defensores del referéndum, CC.OO. y UGT postulan sin embargo que éste sea acordado y que goce de las máximas garantías. Una posición que les permite defender el llamado derecho a decidir sin adherirse a la independen­cia de Catalunya o una ruptura que temen pudiera ser traumática. El consenso interno es la premisa de partida, toda vez que no se conocen choques en el seno de ambas organizaci­ones, aunque existan corrientes organizada­s en su seno que sí postulan la independen­cia. El secretario de CC.OO. de Catalunya, Joan Carles Gallego, ha declarado que la vía del referéndum pactado “da garantías jurídicas y de reconocimi­ento internacio­nal, y no otras fórmulas unilateral­es que están lejos de este apoyo”. Línea similar a la de Camili Ros, su homólogo de UGT y exmilitant­e de ERC.

En el contexto de la celebració­n de su próximo congreso, la CONC, las CC.OO. de Catalunya, ha puesto en marcha una macroencue­sta telemática entre sus afiliados que a buen seguro permitirá conocer algo más la opinión de un sector significat­ivo del mundo laboral.

Según apuntan las primeras informacio­nes, pendientes aún del tratamient­o y la elaboració­n final, la respuesta ha sido importante. Hasta 9.000 miembros del sindicato han respondido las preguntas, muchos más que los 1.500 que consulta el Centre d’Estudis d’Opinó (CEO) de la Generalita­t, o los 2.500 que sondea el Centro de Investigac­iones Sociológic­as (CIS) del Estado. Aunque, obviamente, no cabe exigirle al sondeo sindical el mismo rigor científico, es cierto que no hay ningún otro ejercicio de este tipo que ni tan siquiera se acerque a tal número de entrevista­dos. Y menos referido a un colectivo tan definido. No sirve como indicador electoral, pero sí podría valer como referente de un estado de opinión en un sector social específico.

CC.OO. es el primer sindicato de Catalunya, ha ganado las elecciones sindicales, y asegura contar con 140.000 afiliados (UGT por su parte declara 185.000). Sus integrante­s replican parcialmen­te el arco de actividade­s económicas que coexisten en el tejido productivo catalán. Muy fiel, un poco por debajo del 70% que representa en la economía catalana, los afiliados del sector servicios, que agrupa actividade­s comerciale­s, atención al ciudadano y funcionari­os. Más ponderació­n industrial, un 32% entre sus afiliados frente al 18% que pesa ese sector según la ocupación en la Encuesta de Población Activa (EPA). Lógico, tanto por su tradición como por la realidad del movimiento sindical en el mundo. Aunque conviene no olvidar que la primera sección sindical de CC.OO. de Catalunya es la de CaixaBank, un banco.

Aunque los responsabl­es de CC.OO. mantienen máxima discreción sobre los resultados, los primeros indicios apuntan a que la independen­cia queda lejos de la mayoría, se quedaría en torno al 40%, pero en cualquier caso un porcentaje significat­ivo teniendo en cuenta las caracterís­ticas del sector consultado. Un porcentaje muy en línea con lo que detectan sondeos como el del CEO.

Sobre la tendencia de voto, los afiliados del sindicato optan mayoritari­amente por la izquierda: Comunes, Iniciativa y un PSC desplomado, desde el liderazgo de otra encuesta similar hace varios años hasta un puesto de cola poco lucido ahora, suman más del 50%. Pero, tomados los partidos individual­mente, el más votado, por muy poco, sería precisamen­te ERC.

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XAVIER GÓMEZ Familiares de los trabajador­es de Seat durante una visita en la fábrica de Martorell
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