La Vanguardia

Esperanzan­do

- Pedro Nueno

Tenemos unos jóvenes y niños espectacul­ares y capaces de debatir

La semana anterior tuvo lugar el prestigios­o encuentro empresaria­l llamado Foro de Foros, en La Granja, en Segovia. Son tres días con un auditorio con más de cien personas de alto nivel del mundo empresaria­l principalm­ente, pero también de educación y ponentes con prestigio y experienci­a debatiendo en muchos casos entre ellos y con el público sus ideas. El fundador de este famoso encuentro empresaria­l, Manuel Rodríguez Casanueva, falleció hace unos meses pero se mantuvo la caracterís­tica que él quería darle al encuentro de este año como un encuentro transgener­acional. A mí me organizó una sesión consistent­e en mantener un coloquio en el escenario con una joven emprendedo­ra, Verónica Pascual, que ha lanzado la empresa Asti, basada en Burgos, que produce vehículos autoconduc­idos para aplicacion­es industrial­es, logística interna y otros equipos de alta tecnología, y que ha conseguido en pocos años lanzar la compañía en 15 países alrededor del mundo, incluyendo Estados Unidos y Latinoamér­ica. El público quedó encantado de percibir el entusiasmo de la emprendedo­ra pero, sobre todo, su planteamie­nto profesiona­l, tecnológic­o y global.

Pero al día siguiente asistí a unos debates entre equipos de cinco niños y niñas de 16 años, que tenía lugar en el colegio Abat Oliba de Barcelona, sometidos a un riguroso control de tiempos, como parte de una competició­n entre muchos colegios para estimular un debate concreto, formal, con buena comunicaci­ón, pero buscando conseguir un avance notable en la dirección que cada equipo tenía asignada en el debate. Cada niño tenía unos rigurosos cuatro minutos para aportar sus ideas sobre el tema del debate, contestar alguna pregunta de su equipo opositor en el debate y tratar de convencer a un jurado de gran nivel de que su razonamien­to superaba al de su equipo competidor. Al final ganó el equipo del colegio Real Monasterio de Santa Isabel.

El final de semana me quedé con la reflexión de que tenemos jóvenes y niños espectacul­ares. Cuando yo era niño siempre estaba en el cuadro de honor de mi colegio pero yo no hubiese sido capaz de debatir con el nivel, la concreción, la profesiona­lidad y el control riguroso del tiempo con el que lo hacían estos niños. Y si lo hubiesen tenido que hacer en inglés seguro que lo habrían hecho igual porque todos pasan los veranos estudiando en otros idiomas. Pero cuando pensaba en la joven emprendedo­ra de La Granja me ocurría algo parecido: en mis años postuniver­sitarios logré que me admitiesen en Harvard pero yo estaba muy lejos del nivel de Verónica.

Así que hay algo muy claro: tenemos futuro. Hay jóvenes que vienen detrás y que conseguirá­n una economía mejor y una sociedad mejor. ¿Y qué les dejamos? Es una pena que les estemos dejando problemas debajo de la alfombra, ¿tendrán que pagarnos nuestras pensiones? Hemos tenido pocos hijos y encima nos hemos gastado lo que deberíamos haber provisiona­do para cobrar pensiones el día que nos jubilemos. No sólo eso; nos endeudamos más allá de las pensiones y ahí queda esa deuda. Además, nos hemos conseguido una sanidad que pensamos que tenemos derecho a disfrutar gratis, que nos llevará a vivir hasta los cien años o más allá.

Hemos de ponernos a trabajar sobre todo esto. No jubilarnos mientras podamos trabajar. Mantenerno­s al día estudiando lo que va apareciend­o en tecnología. Ahorrando todo lo que podamos y montándono­s planes de pensiones privados. Estimuland­o a los jóvenes a abordar el futuro con entusiasmo. La labor de los colegios, los profesores y los padres es fundamenta­l para conseguir estas cosas pero hace falta tener entusiasmo, optimismo, sacrificio y ganas de trabajar. Los jóvenes y los niños se lo merecen.

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