La Vanguardia

Blues con Anís del Mono

El legendario guitarrist­a Alejandro Escovedo cierra el Blues & Ritmes presentand­o su nuevo disco ‘Burn something beautiful’

- ESTEBAN LINÉS

El festival Blues & Ritmes de Badalona llega esta noche a su final con el muy esperado concierto del guitarrist­a Alejandro Escovedo, miembro de una gloriosa dinastía de músicos y él mismo toda una referencia del rock, el punk y el country alternativ­o texano.

El festival Blues & Ritmes de Badalona llega esta noche a su final con el muy esperado concierto del guitarrist­a Alejandro Escovedo, miembro de una gloriosa dinastía de músicos y el mismo toda una referencia del rock, el punk y el country alternativ­o texano. Acompañado de su actual banda, el vocalista y guitarrist­a está recorriend­o distintos escenarios europeos para presentar su reciente nuevo álbum Burn something beautiful (Teatre Principal, 21 horas).

“En estos conciertos tocamos sobre todo temas de mi último disco”, comenta al otro lado del teléfono. Un álbum que grabó en Portland, en el estado de Oregón, a las órdenes entre otros, de Peter Buck, recordado miembro de los gloriosos R.E.M. Un disco con un significad­o mucho más que musical, porque en él el músico reflexiona sobre los problemas físicos que ha padecido a lo largo de su vida (una hepatitis C casi letal, estados periódicos de ansiedad y, más recienteme­nte, haber conseguido sobrevivir a un huracán en México).

“Sí, refleja sentimient­os contrapues­tos. Hay canciones en donde me pregunto por qué me han pasado tantas cosas; de hecho, durante una época en mi vida estaba convencido de que me pasaban tantas cosas negativas por el estilo de vida típico del músico. Y esto me ocasionó no pocos problemas emocionale­s porque para mí y para muchos de mis colegas de profesión, la música es lo que más queremos y lo que nos hace sentir más completos”.

Esa obra que desmenuzar­á esta noche se grabó y se gestó muy alejada de la ciudad de Austin, donde ha estado viviendo hasta hace poco. “Fue como un proceso catártico trabajar allí asilados de casi todo”, rememora. Y lo que suena de aquellas sesiones es su caracterís­tica mezcla de punk, rock y sonidos de raíz, como un country que no evita las distorsion­es o los ritmos vertiginos­os. “Es verdad –concede sobre la energía que transfiere este disco y su guitarra–; algunos colegas me han dicho que suena más vital y juvenil que muchos jóvenes que se dedican al rock. No sé; es una cuestión de sentir la música, y yo siempre la he sentido de la misma manera, como si fuera algo vivo que fluye dentro de uno”.

Escovedo (San Antonio, 1951) ya es sexagenari­o bien entrado pero su copiosa obra rezuma contundenc­ia, brillantez y espíritu desde el minuto uno. No por casualidad algunos de sus discos han sido producidos por Tony Visconti (mano derecha de David Bowie) o el glorioso John Cale, o que en ocasiones Bruce Springstee­n le invite a subir al escenario en algunos de sus conciertos estadounid­enses. Y no por casualidad su familia rebosa música: su sobrina Sheila E, espectacul­ar batería que trabajó mano a mano con Prince, o su hermano Pete, que hizo lo mismo con el primer Santana, son solo unos ejemplos.

“¿Que qué siento cuando oigo esas alabanzas? Es muy especial que la gente sepa lo que estás haciendo. Nunca me he hecho rico con mi música pero siempre me ha enseñado a saber quien soy yo y a los que la escuchan les ha ayudado a saber quien son ellos. Con eso tengo suficiente”. Pero prosigue. “No deja de hacerme gracia que hablen ahora de mi música como si fuera puro rock. Aún me acuerdo cuando sacaba mis primeros discos y cómo me los ponían en las secciones de world, música mexicana o salsa. La gente ha tardado mucho en entender de qué va realmente mi música”.

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NANCY RANKIN ESCOVEDO El músico texano, en una imagen promociona­l

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