La Vanguardia

Las oenegés critican la “degradació­n de las políticas de asilo” en la UE

El pacto migratorio con Turquía cumple un año con algún claro y muchos oscuros

- FÉLIX FLORES Barcelona

Al cabo de un año del acuerdo entre Turquía y la UE para contener el flujo migratorio en el Egeo, organizaci­ones humanitari­as, académicos e incluso el think tank europeo del que partió la idea consideran que su aplicación viola las convencion­es internacio­nales sobre refugiados, los principios humanitari­os sobre los que se basa la UE y su reglamento sobre tratados con terceros países. Las denuncias ya se produjeron cuando se firmó, el 18 de marzo del 2016, y nada ha cambiado.

Los planes europeos apuntan a una externaliz­ación del control de fronteras que tiene como próximo objetivo la caótica y violenta Libia, punto clave de la ruta del Mediterrán­eo central, a la cual se ha desplazado la migración.

El acuerdo, además, se ha convertido en un arma en manos del presidente Recep T. Erdogan, que amenaza con romperlo y enviar miles de refugiados a Europa tras sus rifirrafes con Alemania y Holanda.

Médicos Sin Fronteras, Oxfam, Save the Children y otras organizaci­ones emitieron ayer comunicado­s conjuntos para denunciar una “degradació­n de las políticas de asilo”.

La UE reivindica el descenso drástico en el flujo a Grecia. Si las llegadas entre abril y diciembre del 2015 fueron 844.282, en el mismo periodo del 2016 fueron 21.995. A Lesbos se cuentan ahora un máximo de 100 al día, cuando en el 2015 eran 10.000. Pero las llegadas a Italia han pasado de 143.677 a 162.659.

En Grecia permanecen 62.434 personas sin destino alguno. De ellas, 14.115 en las islas, en campos bajo condicione­s penosas. Save the Children denuncia un aumento de intentos de suicidio y autolesion­es en niños: “Las condicione­s de vida les han hecho perder la esperanza y sentirse como animales u objetos, como seres humanos inferiores”.

El limbo en que se encuentran miles de personas se prolonga. En los últimos nueve meses sólo se han procesado unas 3.500 demandas de asilo, y menos de 3.000 refugiados han sido reasentado­s desde Turquía a la UE. Se trata sólo de sirios, ya que otras nacionalid­ades –iraquíes, afganos, pakistaníe­s…– no están amparadas por el acuerdo. “La UE ha elegido dar protección a las personas según su nacionalid­ad y no según sus necesidade­s reales”, señala la doctora en Derecho internacio­nal Gloria Fernández Arribas.

Expertos internacio­nales reunidos por el Cidob esta semana dijeron que se sabe poco de lo que ocurre con los deportados a Turquía. Según Sevda Tunaboylu, de la oenegé Returnwatc­h, “Turquía no da informació­n sobre los retornados” pero se sabe que son internados con carencias en la atención médica y la nutrición, y que permanecen “incomunica­dos, sin seguridad y sin acceso a representa­ción legal ni a procedimie­ntos de petición de asilo”.

El inspirador del acuerdo, el austriaco Gerald Knaus, presidente de European Stability Initiative, admite que “la aplicación ha sido profundame­nte decepciona­nte”, no sólo por las condicione­s en Grecia y el mal manejo de la UE sino porque aún “debe presentar una propuesta concreta de cómo asegurar que cumple las condicione­s establecid­as por las leyes de la UE para ser un creíble país tercero seguro para los refugiados de cualquier origen”.

Lo peor puede estar por llegar si el acuerdo del Egeo se toma como modelo. Italia está poniendo los medios para que los guardacost­as libios detengan las embarcacio­nes y prepara un acuerdo sobre devolucion­es con Níger. La UE puede acabar tomando parte nada menos que en la administra­ción de las cárceles de migrantes en Libia.

El propio ‘think tank’ que inspiró el acuerdo dice que su aplicación ha sido “profundame­nte decepciona­nte”

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