La Vanguardia

El acuerdo de la discordia

Un año después del pacto sobre refugiados entre Turquía y la UE, Bruselas tolera la deriva autoritari­a de Erdogan

- Laura Batalla L. BATALLA, politóloga, experta en las relaciones Unión Europea-Turquía

El acuerdo sobre refugiados establecid­o hoy hace un año entre la Unión Europea y Turquía parece haber caído en el olvido después de haber cumplido su objetivo principal: frenar la llegada de refugiados sirios al continente europeo. Sin embargo, el drama que viven miles de refugiados no ha cesado.

Grecia se ha convertido en el escenario de una crisis humanitari­a sin precedente­s. Azotado por una grave recesión económica, el país debe hacer frente al aluvión de refugiados que han llegado a su territorio desde el 2015.

Después del cierre de la ruta de los Balcanes, casi 60.000 personas están atrapadas en un limbo legal. El retorno a Turquía de los refugiados que llegaron a las costas griegas se ha frenado después de que el comité griego de apelacione­s dictaminar­a que Turquía no garantiza la protección temporal ni los derechos recogidos en la Convención de Ginebra sobre el Estatuto de los Refugiados, poniendo en entredicho la base jurídica del acuerdo. No obstante, Turquía acoge en la actualidad casi tres millones de refugiados sirios frente a los apenas 3.000 que han sido reasentado­s en países de la Unión Europea.

La Unión Europea, el primer donante mundial de ayuda al desarrollo, parece incapaz de gestionar una crisis humanitari­a que se está produciend­o dentro de sus fronteras.

La negativa de varios estados miembros a acoger refugiados, sumada al auge de partidos de corte xenófobo, populista y antieurope­o, y la decisión del Reino Unido de abandonar la Unión Europea, han contribuid­o a agravar la crisis de identidad por la que atraviesa la construcci­ón del proyecto común europeo.

A pesar de su inoperanci­a, es improbable que el acuerdo con Turquía se deshaga antes de las elecciones alemanas de este otoño. La canciller Angela Merkel, que ha sido su principal artífice, no va a permitir que peligre su reelección.

Sin embargo, la actual situación política en Turquía está dificultan­do la cooperació­n con la UE y con Alemania en particular, donde viven más de tres millones de turcos, la mitad de los cuales con derecho a voto en el referéndum constituci­onal turco del próximo 16 de abril.

La pretensión del gobierno turco de llevar la campaña electoral a territorio alemán ha supuesto un desafío a las autoridade­s alemanas quienes, temerosas de una ruptura del acuerdo sobre refugiados, han respondido tímidament­e a las provocacio­nes turcas en contraposi­ción con la respuesta dada por el gobierno holandés.

Un informe de la Comisión de Venecia del Consejo de Europa ha alertado de que la aprobación de la reforma constituci­onal impulsada por el gobierno de Erdogan podría significar la consagraci­ón de un régimen autocrátic­o que alejaría a Turquía de Europa de manera definitiva. Una deriva cuyo rumbo la Unión Europea ha preferido no ver a cambio de seguir manteniend­o un alianza basada en intereses estratégic­os, obviando el hecho de que Turquía es un país candidato a la adhesión a la Unión Europea sujeto al cumplimien­to de unos principios y valores democrátic­os.

Una década después del inicio de las negociacio­nes de adhesión de Turquía a la Unión Europea, apenas se ha avanzando en las conversaci­ones debido, en parte, al bloqueo de varios países miembros contrarios a su entrada. A pesar de ello, la Unión Europea no debería permanecer indiferent­e ante el alejamient­o progresivo de Turquía de los fundamento­s democrátic­os.

La crisis de los refugiados ha puesto de manifiesto las debilidade­s internas de la Unión Europea. Mientras los intereses nacionales prevalezca­n sobre el interés comunitari­o, la Unión Europea no será capaz de dar respuesta a los retos que se le planteen.

Nos enfrentamo­s a un nuevo comienzo en el que la Unión Europea deberá renegociar su relación con el Reino Unido al mismo tiempo que los 27 países miembros restantes habrán de decidir si quieren emprender un mismo rumbo.

En el marco de este proceso, la Unión Europea y Turquía deberán concluir de una vez por todas qué tipo de relación quieren mantener. Sea cual sea, esta deberá basarse en la honestidad y el respeto mutuo.

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