Depende de Pedro
É xito del Estado y de la estrategia de Rajoy. El presidente se negó a cualquier tipo de negociación con ETA para la entrega de las armas, y la fortuna le acompañó: la banda de los novecientos asesinatos terminó por rendirse por segunda vez y entregará armamento y munición de forma incondicional y sin ningún rédito político ni de imagen. Este sí que será el final definitivo de la lucha armada: un final sin otra gloria que la que quieran mantener sus seguidores, ahora dedicados a la política e integrados en las instituciones, con los mismos fines soberanistas, pero con procedimientos pacíficos. Es un “adiós a las armas” que se convierte en la mejor noticia en tiempos de otras tribulaciones. El segundo alivio de la semana. El primero había sido la relativa derrota del populismo ultra en las elecciones de Holanda.
Lo demás está dominado por una intriga: ¿se acabó formalmente la legislatura? ¿La cerrará el señor Rajoy en el momento que pueda, que es dentro de dos meses? No se hagan ilusiones, por cuatro motivos. Uno, que las encuestas anuncian su victoria, pero siguen dejando el panorama como está, con una mayoría insuficiente para una cómoda gobernación. Dos, que no quiere pasar ante Europa, que le acaba de incluir con todos los honores en el núcleo duro de la Unión, como un hombre que no fue capaz de organizar un gobierno estable. Tres, esta noticia de la entrega de armas, que le da
vidilla. Y cuatro, que no sería prudente meter al país en una campaña electoral en medio de los intentos de hacer un referéndum en Catalunya y en plena refriega de desconexión.
Por tanto, Rajoy volverá a practicar su especialidad preferida, la resistencia, aunque no consiga sacar adelante ni un proyecto de ley, aunque lo vuelvan a humillar el martes con la votación de la ley
mordaza y tenga todo en contra a corto plazo: un Ciudadanos que trata de quitarse de encima la imagen de apéndice del PP; un PDECat que no está para pactos en Madrid, y un PSOE que mira con alarma cómo caen los partidos socialdemócratas en Europa, está pagando aún el precio de la abstención en la investidura y está metido en un proceso electoral interno. Seguir pactando con la derecha sería regalarle votos a Pedro Sánchez.
Entramos, pues, en un periodo de transición que esta semana dejó malos signos políticos: debilidad gubernamental; regodeo de la oposición, quizá como revancha de los abusos de la mayoría absoluta; incertidumbre social porque se trasladó a la opinión pública la sensación de agotamiento, y ambiente de provisionalidad que resta autoridad al gobernante. ¿Hasta cuándo puede durar la transición? Hasta las primarias socialistas. La clave de la legislatura no está en Rajoy, que sinceramente desea agotarla. La clave está en Pedro Sánchez. Si ganan Susana Díaz o Patxi López, será posible gobernar porque son personas de pacto. Su experiencia de gobierno los hace permeables. Si gana Sánchez y llega a la secretaría general coreado por el grito de “no es no”, vayamos preparando las papeletas. Hasta entonces, resistencia. A partir de entonces, zafarrancho de combate.