La Vanguardia

“Yo sólo quería ser peluquera”

Rita relata cómo culminó un viaje de más de tres años de Nigeria a Barcelona para acabar siendo explotada sexualment­e en la Rambla

- ROSA M. BOSCH Barcelona

Rita, de 36 años, era propietari­a de una peluquería en Benin City, la capital del estado nigeriano de Edo, que le daba para mantener a sus dos hijos de corta edad. Cuenta que nunca se le había pasado por la cabeza emigrar a Europa hasta que una de las mujeres a las que arreglaba el pelo le propuso organizarl­o todo para emprender un viaje que iba a cambiarle la vida, supuestame­nte para mejor. Rita aceptó. Más de tres años después llegaba a Barcelona, donde una red dedicada a la explotació­n sexual de mujeres la obligó a prostituir­se en Ciutat Vella.

Rita es una de las víctimas de tráfico de seres humanos que atiende la entidad sin ánimo de lucro Ado- ratrius dentro de su programa Sicar cat. Sólo en el 2016 apoyó a 155 personas, de ellas 26 eran menores de edad. La gran mayoría, el 72%, procedía de África, y más de la mitad de Nigeria, como Rita, nombre ficticio para preservar su identidad.

El periplo por carretera empezó en su Benin City natal, continuó en Níger, Argelia y Marruecos. “Salimos más de 50 personas y en Marruecos nos separamos. A mí me dejaron en Rabat, donde esperaba a que me avisaran para llegar en patera a España”, recuerda Rita alternando el castellano y el inglés, que habla con fluidez. En Rabat estuvo tres años sobrevivie­ndo gracias a la ayuda de alguna organizaci­ón humanitari­a hasta que un día los traficante­s la llevaron a Nador, donde montó en una embarcació­n que desembarcó en Melilla. “Estuvimos tres días en el mar sin comer ni beber, éramos mucha gente, más de 60 personas.” De Melilla la trasladaro­n a Málaga, pero Rita tenía que llegar a Barcelona, donde la esperaba su clienta de Benin, la instigador­a del viaje y posterior verdugo.

“Al salir de Nigeria no me pidieron dinero, pero en Barcelona, sí. La mujer me obligó a prostituir­me en la Rambla para pagarles los 40.000 euros que dijo que costaba el viaje”. La negativa de Rita no sirvió de nada. La mujer, que ya se había revelado como una de las integrante­s de la banda, amenazó con agredir a sus hijos y contar a su comunidad que era una prostituta. “Yo le dije que sólo quería ser peluquera, pero...”, lamentaba ayer Rita.

El infierno se prolongó durante unos dos años hasta que otra de las víctimas de esta organizaci­ón criminal denunció los hechos. Una investigac­ión de los Mossos d’Esquadra culminó a finales del 2012 con la detención de una quincena de personas, entre ellas miembros de la peligrosa confratern­idad nigeriana Eiye, una de las que controlaba la prostituci­ón en la Rambla. Aunque Rita rehusó personarse en la causa por miedo a represalia­s, logró el permiso provisiona­l de trabajo y de residencia.

Libre del yugo de sus explotador­es y gracias al apoyo de diferentes entidades sociales, la última, la citada Adoratrius, Rita, todavía ilusionada con poder montar algún día su propia peluquería, se ha apuntado a cursos de cocinera, de cuidado de gente mayor, de castellano... “Es una mujer de gran fortaleza, nunca ha estado en el paro y aprovecha todas las oportunida­des para iniciar una nueva vida”, comenta Rosa Cendón, coordinado­ra de Adoratrius-Sicar cat.

Rita culmina una doble jornada laboral, empieza pronto, de 5.30 a 8.30, y continúa toda la tarde limpiando oficinas. Mantiene contacto telefónico semanal con sus hijos, ya adolescent­es, y ha roto toda relación con la comunidad nigeriana de Barcelona. Ahora comparte piso con personas de Bolivia dejando atrás una oscura y larga época explotada, entre otros, por la mujer a la que arreglaba el pelo.

Rita se gana ahora la vida como limpiadora y tiene el apoyo de Adoratrius, pero sueña con abrir su peluquería

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ÀLEX GARCIA Rita, fotografia­da ayer por la mañana en Barcelona, donde trabaja nueve horas diarias como limpiadora

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