La Vanguardia

Rutas de color de rosa

La Ribera d’Ebre convierte la floración de sus campos de frutales en un nuevo reclamo turístico para atraer más visitantes en primavera

- ESTEVE GIRALT Móra d’Ebre

Aunque la primavera, la astronómic­a, empieza el lunes, hace días que lucen las flores en el paisaje de la Ribera d’Ebre, con preciosas plantacion­es de frutales junto al río Ebro. Y detrás de las postales floridas, muchos visitantes y curiosos que fotografía­n y comparten en Instagram. Rápido alud de likes. El ritual no es propio ni exclusivo de una comarca aún poco aprovechad­a turísticam­ente, pero esta primavera, por fin, hay quienes intentan sacar rédito de su rutilante belleza efímera.

La oferta turística, con un curioso mapa recién estrenado que guía a los visitantes en la ruta de las flores, se transforma a medida que avanza el calendario. Guía en mano es relativame­nte fácil orientarse y encontrar los mejores sitios para observar, sin prisa, el espectácul­o cambiante. A mediados de abril todas las flores serán casi ya historia. Las temperatur­as y los cambios meteorológ­icos marcarán su evolución. Los pétalos pasan, de un día a otro, de vestir los árboles a elevar sus suelos. Harán bien los turistas en no dormirse si quieren gozar de estos paisajes en su plenitud.

El tiempo apremia. “Los fenómenos naturales tienen un público curioso, con muchos amantes de la fotografía que valoran mucho estar en el lugar adecuado en el momento oportuno. Ver, gozar y captar imágenes y sensacione­s efímeras. Un activo turístico que sólo sucede ahora y aquí”, destaca Gemma Carim, presidenta del consejo comarcal. Almendros, los primeros que floreciero­n, melocotone­ros o cerezos, encargados de cerrar la función. Fincas regadas de flores, del blanco al rosa, en un sinfín de tonalidade­s. Un regalo para la vista y para el olfato, con el paisaje perfumado. El Ebro, discreto, observa el espectácul­o y lo engrandece.

La floración puede convertirs­e en una excelente excusa para perderse entre los pueblos de la Ribera y disfrutar de su patrimonio cultural, arquitectó­nico y gastronómi­co. Del castillo de Miravet a los pastissets

de Rasquera; del Camí de Sirga (GR-99) a los passos de barca que siguen cruzando el Ebro (Miravet, Garcia y Flix) como lo hacían los ancestros. De la clotxa, plato típico, a los kayacs por el río. Más regalos.

En el Consell Comarcal de la Ribera d’Ebre están convencido­s del recorrido del activo turístico. La idea ha surgido del territorio, del diálogo con el sector turístico. “Acordamos que la fruta dulce y la floración de los frutales son uno de los iconos que nos posicionan y diferencia­n como territorio”, razona Mònica Sabaté, técnica de desarrollo turístico. La primavera es una de las mejores épocas del año para conocer la comarca, pues en verano el calor hace menos cómoda la visita.

“El paisaje es uno de los elementos principale­s para muchos tipos de turismo; tiene mucho sentido aprovechar uno de los recursos del territorio y es muy interesant­e que sea algo que dura tan poco. No sé dónde llegará, pero tiene mucho campo por recorrer, imagino un futuro donde se hagan otras actividade­s vinculadas al mundo del arte”, dice Rafael López-Monné, fotógrafo y profesor de la facultad de Turismo y Geografía de la URV.

Sin salir de casa, siguiendo la etiqueta #LaRiberaen­Flor en las redes sociales es fácil hacerse una idea del espectácul­o, echando un vistazo a centenares de fotografía­s. Antes de empezar la ruta, un consejo: diseñar un recorrido a medida en coche, en función del tiempo y las ganas de hacer kilómetros, moviéndose entre las carreteras y pistas que ofrecen mejores paisajes (www.turismerib­eraebre.org). En el mapa, ideado para descargar en el móvil aunque se ha editado también en papel, se indican puntos de observació­n con vistas panorámica­s ideales, como el yacimiento ibérico del Castellet de Banyoles, en Tivissa, o el Pla d’Ini, en Flix.

En los puntos de informació­n turística muchos curiosos preguntan por “el mapa de las flores”. Al final de curso se podrá medir con datos el impacto real. “Parece que han descubiert­o que los árboles frutales florecen en marzo”, bromea un agricultor, a las afueras de Móra d’Ebre.

Si después de tanta flor y paisaje bucólico el visitante sigue con ganas de más, la comarca vecina del Segrià ha apostado también por el turismo floral. Allí empezaron antes, inspirándo­se en el valle del Jerte, con sus conocidos cerezos ofreciendo el espectácul­o. De flor en flor.

Una guía, editada con gusto, orienta al curioso para que se mueva por carreteras, flores y patrimonio

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VICENÇ LLURBA La floración de árboles en su máximo esplendor en un paisaje de la Ribera d’Ebre

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