Suárez y Casas, la pija y el hipster de ‘El bar’
De la Iglesia consolida a los dos jóvenes actores de moda
En El bar de Álex de la Iglesia, que ayer abrió el Festival de Cine de Málaga, Blanca Suárez y Mario Casas encarnan a los personajes centrales de un grupo de clientes a quienes un fortuito infortunio los empuja a un perverso juego de supervivencia. Ella es Elena, una pija 2.0 que “jamás se hubiera imaginado que podía verse en una situación tan complicada”, en palabras de la actriz; “Es que, jo tía, no me puedo creer lo que me está pasando, o sea”, sería la versión de Elena. Por su parte, Mario Casas representa a un hipster acobardado, Nacho, “que se pone atrás (literal y figuradamente) porque no quiere problemas”, explica el actor.
Tal es el punto de partida de unos perfiles que, como señalaba ayer Casas en la conversación que él y Suárez mantuvieron con La
Vanguardia, responden de entrada a unos estereotipos rotundos y sin aristas. Pero, como no podía ser menos, el relato de los hechos va pelando las capas de ambos individuos –lo mismo que las de los parroquianos interpretados por Carmen Machi, Joaquín Climent, Alejandro Awuada y Jaime Ordóñez– hasta hacerles casi irreconocibles respecto a su apariencia inicial.
Porque, como suele suceder con las películas del veterano cineasta vasco, la situación límite que afrontan los clientes de El bar, así como la dueña y jefa de armas tomar que es Terele Pávez y el atribulado camarero que personifica Secun de la Rosa, les va desnudando el alma poco a poco, para bien y para mal. “El miedo nos muestra cómo somos realmente”, comenta Casas. Y tal vez “los cobardes acaban siendo los valientes”, como de alguna manera ocurre en la cinta de Álex de la Iglesia, proyectada en la inauguración del festival malagueño pero fuera de concurso.
La visión que Mario Casas y Blanca Suárez tienen de Nacho y Elena difiere en algunos aspectos, curiosamente, de la versión que de ellos dio el director del filme en una entrevista anterior con este diario. Si para De la Iglesia lo que ocurre al final es que “los malos ganan, igual que en la vida real”, los actores consideran que eso “no tiene por qué verse así”. Pero no es que el realizador y los intérpretes hayan vivido realidades paralelas dentro de un mismo proyecto; simplemente hacen lecturas diversas de unos comportamientos que empiezan siendo de unos arquetipos casi planos y acaban mostrando una complejidad o al menos una ambigüedad dignamente distanciada del maniqueísmo.
Desde la perspectiva de Suárez, quien al final se lleva el gato al agua en la partida de la supervivencia dentro de El bar no es malo ni del todo bueno; es “el listo que ha dejado que otros hagan el trabajo sucio”, plantea. Parece el retrato de un manipulador o manipuladora, pero ahí Casas cree que en el comportamiento del personaje al que ambos aluden (no hay que decir más para no fastidiar a quien no ha visto el filme) responde más a la inteligencia y el instinto que a un frío cálculo para salvar el pellejo.
En este punto, Blanca Suárez nos descubre el que posiblemente es uno de los secretos de cocina del realizador en su trabajo de dirección de actores: “En el rodaje, Álex no nos decía si nuestro personaje era de los buenos o de los malos, aunque él lo tuviera claro”, señala. Y añade que ni siquiera al final De la Iglesia llegó a darles ninguna indicación en tal sentido. Ella sólo se enteró a posteriori –por frases que le oyó durante la promoción de la película– de la concepción que el director tenía de Elena y Nacho. “Creo que Álex no quería condicionarnos o inducirnos a interpretar el bien o el mal y prefería que eso quedara implícito en la historia para que el espectador lo fuera descubriendo”, razona Suárez.
Lo cierto es que, con su apuesta por ambos artistas, el que fue presidente de la Academia del Cine ha venido a consolidar a Suárez y Casas como dos de los actores de moda. Si la actriz venía lanzada por papeles cada vez más relevantes en películas de Almodóvar, Imanol Uribe o el propio De la Iglesia, Mario Casas se halla ahora mismo –tras sus éxitos en televisión– en pleno relanzamiento de la mano de su actuación en Contratiempo, el thriller del barcelonés Oriol Paulo que está próximo a sumar cuatro millones de euros de recaudación.
Los intérpretes de Elena y Nacho en el bar de Álex de la Iglesia explican las claves de ambos personajes