Gloriosa incertidumbre
Agustí Villaronga consigue una película intensa que capta el espíritu de la novela y extrae de ella un brote nuevo
Recuerdo que aprendí a valorar la incertidumbre traduciendo al catalán un libro de aforismos que, en castellano, Jorge Wagensberg tituló Si la naturaleza es la respuesta, ¿cuál era la pregunta? (Tusquets). El primero ya afirmaba “pensar es pensar la incertidumbre” y luego este concepto de connotaciones tan inquietantes iba elevándose —“La inteligencia es una capacidad para anticipar la incertidumbre del entorno” (93)— hasta desembocar en un inolvidable “la felicidad requiere que el futuro sea incierto” (489). Si nos atenemos a las declaraciones de Isona Passola, la productora de la película Incerta glòria es una mujer feliz. Feliz por el resultado cinematográfico del filme de Agustí Villaronga y también porque, como no se cansa de repetir, su éxito comercial depende de los resultados de taquilla que obtenga este primer fin de semana de exhibición masiva. El lunes ya no habrá incertidumbre en este terreno, pero esperemos que la felicidad se mantenga porque la película lo vale. Villaronga, que ya había mostrado su solvencia en la difícil transición de la literatura al cine con Blai Bonet (El mar) y Emili Teixidor (Pa negre), reincide con Joan Sales. Consigue una película intensa que capta el espíritu de la novela y extrae de ella un brote nuevo, bien arraigado en el rico contexto de la novela, pero totalmente independiente de las servitudes que a menudo coartan a las adaptaciones literarias. Incerta glòria, de Joan Sales, es una novela tan magmática como su proceso de creación, consistente en una serie de erupciones a partir de la primera edición de 1956 que fueron modificando el volcán novelesco hasta la edición definitiva de 1971, hasta el punto de que la traducción francesa de 1962 tiene fragmentos que en catalán ya no están.
Villaronga se centra, con acierto, en el conflicto de la Carlana, la señora de extracción humilde y pasado torturado que vive en el castillo de un pueblecito en el frente del Aragón. Es un frente muerto, en modo espera, y la guerra se muestra en los efectos devastadores que provoca en las vidas de tres personajes jóvenes. Incerta
glòria es una novela de personajes, cuatro de los cuales forman una fascinante doble pareja de amores no correspondidos que tiene un punto de fuga en el único que no triangula, la Carlana, porque no está capacitada para desear otra cosa que su supervivencia. Sobre esta mujer arácnida, Villaronga construye su castillo de ilusiones volatilizadas por el peso de la gravedad que otorga el único antagonista coral del cuarteto, la guerra. El calor de lo obsceno aplastado por lo macabro, en inolvidable contraposición de Juli Soleràs, uno de los motores de la historia. La novela es tan rica y reflexiva que la película es una derivada espléndida, más que una mera adaptación. Si todo va como debe y la incertidumbre comercial se desvanece, el filme se mantendrá en cartelera muchos fines de semana y pronto sincronizará la agenda con el verso de Los dos caballeros de Verona de Shakespeare del que Sales extrajo el título: “Incierta gloria de una mañana de abril”.