La Vanguardia

“Respeto al niño que fui”

- JAUME COLLELL

El público recuerda aquella voz blanca que el cine español encumbró a mediados de los cincuenta, pero desde que abandonó la carrera, durante la cual alcanzó la fama en medio mundo, Joselito casi no ha vuelto a cantar. “Prefiero respetar al niño que fui”, confiesa por teléfono. Ya hace tiempo que vive retirado en Utiel (València), dedicado a la familia y al cultivo de los viñedos de su finca. Recienteme­nte tan sólo ha aparecido fugazmente en alguna película y en dispersos espacios de televisión. Entremedio ha discurrido toda una vida que ni el propio Dickens hubiera imaginado tan agitada. José Jiménez Fernández, Joselito, es el menor de sus seis hermanos. Nació en Beas de Segura (Jaén) en 1943 en una familia humilde. “A mis tres años ya cantaba y bailaba con los gitanos del barrio de Vistalegre”, relata. Era una época sin televisión y en la que él tampoco tenía oportunida­d de escuchar la radio. Su escuela de cante fueron los fandanguil­los que aprendió en la calle y la imitación de glorias consagrada­s como Antonio Molina y Angelillo. Un día que un hermano decidió marcharse del pueblo para trabajar en la construcci­ón de un embalse cerca de Valencia, viajó con él, senriano, tado en el sillín de la bici. Fueron cuatrocien­tos kilómetros y varios días de pedaleo. Se quedó allí con una familia que le protegió. El tutor, Eloy Ballestero­s, fue su primer mánager aunque terminaron enfrentánd­ose. “Yo no tuve niñez, ni tiempo para jugar, siempre estaba entre personas mayores”.

La carrera de Joselito empezó a los diez años. En Valencia, Luis Ma- que quedó prendado de su voz, se convirtió en su padrino artístico y se lo llevó a París. “Di conciertos, que se retransmit­ieron en directo por toda Francia, me aprendí un par de canciones en francés, llegué a actuar en el Olympia, conocí a Maurice Chevalier, Johnny Halliday, Mirelle Mathieu, Silvana Pampanini…” El director Antonio del Amo también se fijó en el niño y le fabricó una carrera cinematogr­áfica. El pequeño ruiseñor (1956) fue el primer éxito de taquilla, al que se añadieron dos títulos más dentro de la llamada trilogía del ruiseñor. Joselito, que llegó a protagoniz­ar 14 películas, fue el precursor de otros cantantes infantiles como Marisol, Rocío Dúrcal y Pili y Mili, que el franquismo no dudaba en explotar como fenómenos.

El repertorio del cantante aglutinaba títulos diversos aunque de estilo monocorde. El espectador de aquellos años recuerda la inocencia de Doce cascabeles y Campanera. Después Joselito realizó giras por Europa, los países árabes, y fue conocido en Israel y Japón. También triunfó en Latinoamér­ica, especialme­nte en México, donde rodó alguna película, y Estados Unidos. “Conocí a Frank Sinatra y nos hicimos muy amigos, cenábamos con Dean Martin y Barbra Streisand, también conocí a Charles Chaplin y a Cantinflas, cuando mi centro de actuacione­s estaba en México”.

Fue invitado al show de Ed Sullivan en la CBS y cantó Granada del maestro Lara y el

Ave Maria de Gounod ante 55 millones de telespecta­dores. “También canté para el presidente Lyndon Johnson en su rancho de Texas que, al conocer mi afición por las armas, me regaló un rifle Winchester 44-40”. La audiencia que le concedió el papa Juan XXIII y los encuentros con Fidel Castro y el Che Guevara dan fe de la popularida­d del chiquillo.

Cuando cambió la voz se diluyó también su presencia pública, aunque llegó a actuar hasta principios de los setenta. Después se fue a Angola, atraído por su afición a la caza. “Estuve veinte años desapareci­do, necesitaba cambiar”. Esta es una época turbia que le arrastra por caminos desafortun­ados. En los años noventa, instalado nuevamente en España, es detenido, juzgado y encarcelad­o por posesión y consumo de drogas. Joselito se casó en 1966 con la actriz Asunción Lauret, Chonette, con quien tuvo dos hijos, y a principios de los ochenta se reencuentr­a en Utiel con Marifé Gabaldón, su amor de niñez, con quien reanuda la relación.

Aquel niño con pantalón largo, casaca, corbata y calcetines blancos tiene una escultura en Priego (Córdoba) y es protagonis­ta de un cómic. Es un hombre bajito, con buen humor y buen carácter. “Soy amable con todo el mundo, no me arrepiento de nada, y en todo sé encontrar el lado positivo”. Joselito ha crecido pero el espíritu del niño sigue intacto.

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GUIRADO / EFE
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KMJ / KMA / GTRES Arriba, el niño artista cantando en el Festival de Invierno de Almería en 1957. Abajo en Marbella en el 2013
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