La Vanguardia

OBSESIONES

- TERESA AMIGUET

En medio de la guerra, el cine. Con el mundo desangránd­ose en 1943 en escenarios tan dispares como la batalla de Stalingrad­o o el bombardeo de Hamburgo, la chispa del séptimo arte acabó por prenderse en un país bañado también en el belicismo: Italia. Allí se estrenaba aquel año la película Obsesión, dirigida por Luchino Visconti, una obra maestra que daría carta de naturaleza a un nuevo movimiento artístico: el neorrealis­mo.

En Sicilia todavía humeaban las armas tras la invasión de los aliados, pero la vida seguía en el país transalpin­o. El aristócrat­a Luchino Visconti conseguía culminar su primera película gracias al dinero de su madre, Carla Erba, que formaba parte de una de las grandes familias industrial­es milanesas. Influido por el estilo de Jean Renoir, a quien había conocido en París a través de Coco Chanel, Visconti adaptó la historia de El cartero siempre llama dos

veces escrita por James Cain. Un vagabundo se convierte en amante de la esposa del propietari­o de un hostal y ambos deciden matar al marido de ésta para poder vivir su pasión sin obstáculos. Una atmósfera opresiva ponía el marco a una historia inaceptabl­e para los esquemas morales de la época que levantó ampollas. Su protagonis­ta femenina, Clara Calamai, ya había provocado el escándalo un año antes mostrando sus pechos en la película La

cena delle beffe (La cena de las burlas), un melodrama de celos ambientado en la Florencia medieval. El cine español se relacionab­a mucho por entonces con el italiano −cosas de las dictaduras amistosame­nte hermanadas− pero su onda temática no era ni mucho menos neorrealis­ta. Las coproducci­ones, justamente poco recordadas, eran títulos tan olvidables como Dora la espía, que hoy puede llevarnos a hilaridad por su similitud con el personaje infantil, aunque nada que ver. En la taquilla triunfaba Deliciosam­ente

tontos, una comedia con dos primeras figuras de la época, Alfredo Mayo y Amparo Rivelles, en la que ya se dejaba ver también Paco Martínez Soria dando muestra de sus hilarantes cualidades, que tantas tardes de diversión proporcion­arían a las familias de varias generacion­es (y hasta hoy, dada la insistenci­a de su reprograma­ción televisiva).

Pero quizá lo más perdurable que proporcion­ó el cine patrio ese año no fueron sus películas sino lo que les antecedió durante mucho tiempo: el nodo. El “primer noticiario español” iniciaba su andadura el 4 de enero del 43 con un acercamien­to intimista al despacho del dictador en el Palacio del Pardo, donde se le veía trabajando y se nos recordaba que, “siguiendo el ejemplo de Franco, todos los españoles tenemos el deber de imitarle”. Por cierto, que el primer personaje que capta la cámara de aquel nodo número 1 es un jinete de la guardia mora custodiand­o el palacio del Caudillo, cuya entrada −dura, austera y poco glamourosa− era si no neorrealis­mo, sí hiperreali­smo de postguerra.

 ??  ?? El nodo, omnipresen­te desde 1943
El nodo, omnipresen­te desde 1943
 ??  ?? Visconti soliviantó a la Italia del 43
Visconti soliviantó a la Italia del 43
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain