EE.UU. y China prometen cooperar ante Pyongyang
Tillerson y Wang exhiben un frío tono conciliador
Al mal tiempo, buena cara. Estados Unidos y China aparcaron ayer los reproches de los últimos días y se comprometieron a trabajar juntos para rebajar la tensión en la península coreana y que el régimen de Pyongyang ponga fin a su programa nuclear. Este compromiso no esconde, sin embargo, las diferencias que mantienen las dos potencias acerca de como alcanzar esta distensión.
El secretario de Estado estadounidense, Rex Tillerson, y el ministro de Asuntos Exteriores chino, Wang Yi, escenificaron ayer, al término de la reunión que mantuvieron en Pekín, su voluntad de cooperar para desactivar un posible conflicto entre Corea del Norte y EE.UU. y sus aliados asiáticos. “Nos hemos comprometido a hace todo lo que podamos para prevenir el estallido de cualquier tipo de conflicto”, afirmó Tillerson, en una rueda de prensa con Wang, con relación a la amenaza que supone el programa nuclear de Corea del Norte y sus lanzamientos de misiles balísticos.
El responsable de la diplomacia estadounidense realizó esta declaración tras señalar: “Compartimos una visión común y un sensación de que las tensiones en la península [coreana] son bastantes altas en este momento y han alcanzado un nivel bastante peligroso”.
Pero pocas coincidencias más mostraron ambos dirigentes, que se esforzaron en demostrar que son más las cosas que les unen que las que les separan. Una realidad que se encargó de precisar Wang, que describió la reunión con Tillerson como “franca, pragmática y constructiva”. Un comentario que sugiere que ambos políticos no se anduvieron con rodeos a la hora de expresar sus diferencias.
Y es que tras la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca las relaciones entre Estados Unidos y China atraviesan horas bajas. La víspera de la llegada de Tillerson a Pekín, Trump caldeó el ambiente al escribir un comentario en su cuenta de Twitter acusando a China de hacer muy poco para frenar a Pyongyang. Una acusación que enojó a los líderes chinos, irritados ya con la instalación del sistema antimisiles estadounidense THAAD en Corea del Sur, por considerar que afecta a su dispositivo defensivo.
Tillerson también contribuyó a enfurecer a los dirigentes chinos el viernes desde Seúl, al calificar de inapropiadas sus protestas y señalar que lo que deberían hacer es presionar más a Corea del Norte para que no fuera necesario instalar dicho dispositivo.
Por su parte, Wang Yi reiteró la posición tradicional de Pekín en este conflicto, que es la de lograr que las partes en conflicto El secretario de Estado advierte que la península coreana ha alcanzado un nivel “bastante peligroso” se sienten a negociar la desnuclearización de la península coreana. Para alcanzar este objetivo, reiteró la propuesta que había lanzado pocos días antes, consistente en sugerir que Pyongyang suspenda sus ensayos armamentísticos y a cambio Washington y Seúl cesen sus maniobras militares. Una iniciativa destinada a generar confianza entre las partes en conflicto y facilitar el diálogo, pero que rechazó la parte aliada.
El ministro chino insistió ayer de nuevo en su idea, dando a entender que no hay otra alternativa que el diálogo. “Tenemos la posibilidad de optar por dejar que la situación se deteriore hasta dar lugar a un conflicto, o volver a la senda correcta de las negociaciones”, dijo Wang, quien acto seguido intentó minimizar las diferencias que separan a las dos potencias y afirmó que tanto Pekín como Washington “esperan encontrar la forma de relanzar las conversaciones, porque ninguno de nosotros está dispuesto a renunciar a la esperanza de alcanzar la paz”. Una ilusión que, sin embargo, parece difícil de obtener sin la colaboración del régimen de Pyongyang.