La Vanguardia

Más difícil todavía

De la crispación con Rossi al reto de batir a Viñales, un Márquez sereno busca el póquer

- TONI LÓPEZ JORDÀ Lusail (Qatar) Enviado especial

Los pilotos de MotoGP ven con preocupaci­ón la previsión del tiempo para este fin de semana, que anuncia lluvias y viento en el circuito de Losail, en Qatar, en pleno desierto, lo que sumado a la arena que invade la pista y la dificultad de pilotar de noche hace que más de uno se plantee no correr.

Caía el sol a plomo sobre el Lusail Internatio­nal Circuit, 30ºC a la sombra, antes de las prometidas tormentas. Era lo único verdaderam­ente caldeado esta vez en la víspera del estreno del Mundial de motociclis­mo, todo lo contrario que hace un año. Entonces, marzo del 2016, la crispación y el mal rollo campaban por el paddock yla sala de conferenci­as, con el asunto del Sepang-gate ,el biscottone ,el “ni olvido ni perdono” y las fantasías de vendetta de Valentino Rossi sobre la mesa. Marc Márquez, que casi tenía que esconderse, ahora respira aliviado. Se le ve en la cara. Defiende corona y buscará la cuarta en cinco años. El reto es cada vez mayor. Y sobre todo, porque se amplía la nómina de rivales de peso (10 campeones en la parrilla de MotoGP), y porque cambia de novia, después de cuatro años bailando con Rossi y Jorge Lorenzo. La nueva pareja –y ahí reside también la motivación– es más joven, más ambiciosa, más hambrienta y más peligrosa: Maverick Viñales, un viejo conocido.

Una década después de disputarse victorias en las fórmulas de promoción del RACC y la Federació Catalana, los niños Marc y Mack, lo mejor de la fecunda cantera catalana de las dos ruedas, vuelven a encontrars­e luchando por la gloria. Es la batalla prometida del 2017, un duelo con guiños al pasado, pero que puede ser la rivalidad de la década venidera. Por edad no quedará: 22 añitos el de Roses, 24 el de Cervera.

“No me gusta escoger sólo un rival por el título, pero tampoco 16. Están Maverick, Valentino, Pedrosa; son los que veo más peligrosos, los que he visto más constantes esta pretempora­da”, comenta Márquez abriendo el abanico, sin ganas de focalizar sólo en Viñales. “Se tiene que ver cómo Jorge (Lorenzo) se va adaptando a la Ducati durante el campeonato”, previene sobre el cuarto pasajero, la gran incógnita del curso al estrenarse con la moto italiana y estar sufriendo para readaptar su estilo.

Con Viñales como primera pareja de baile se le abre una nueva perspectiv­a a Márquez. Para empezar, vive más tranquilo, menos agobiado emocionalm­ente. Por no tener que esquivar carrera sí, carrera también, los dardos enveneacel­eración. nados de un Rossi no tan crecido, con el que firmó un armisticio en Montmeló, en junio pasado. “El año pasado aquí el rollo era un pelín más tenso. Dicen que el tiempo lo cura todo, ¿no? Mucho mejor así”, sonríe el 93.

Más sereno también porque este invierno no ha sufrido tanto como el año pasado con la Honda en la pretempora­da, por la entrega de potencia y la alarmante falta de “¡Parecía que se me había olvidado ir en moto!”, recordaba Marc en su documental From Cervera to Tokyo. Aprendió a remar contracorr­iente, a tratar con la idiosincra­sia nipona, a veces tan cuadricula­da como desquician­te. Una experienci­a que le ha hecho ganar en confianza, en paciencia, en seguridad, al saber reconducir durante el año un panorama que pintaba muy negro, para acabar ganando el Mundial bastante sobrado. Eso le da una fortaleza de ánimo única. “El año pasado aprendí que la temporada es muy larga, que no se gana de sopetón, pero ya tienes que empezar con buen pie, ganando los máximos puntos posibles”, comenta Marc, que daría por bueno un podio en Qatar, en un circuito donde su Honda suele sufrir. De hecho, en los tests de hace dos semanas se cayó cinco veces, tres en la última sesión de ensayos.

“Se te ve más relajado”, le hacían notar a Márquez en el corrillo con la prensa. Es cierto. La incipiente rivalidad con Maverick Viñales le ha revitaliza­do; una bocanada de aire fresco, pura tramontana del Empordà, para su motivación. “Desde el primer entrenamie­nto se ha adaptado muy bien, como cuando yo llegué a MotoGP. Él se ha encontrado cómodo desde el principio, ha sido muy regular, rápido a una vuelta y en todos los circuitos, y esto le hace un claro candidato para el título. Pero ya viene de estar con Suzuki, de aprender de una fábrica, de ganar carreras, de subirse al podio y de acabar cuarto la temporada pasada”, elogia a su rival, cuya expectació­n mediática desbordant­e en Qatar no considera que le libere de presión. “Me es indiferent­e; todos los pilotos tenemos esa presión de estar en las mejores fábricas, de público que nos apoya y de patrocinad­ores que esperan los mejores resultados de nosotros”.

Enfrente, a Maverick Viñales no le cuesta nada recoger el guante del reto. “En otras categorías ya tuve este tipo de presión por ser favorito. Vale, era en otro nivel, pero ya he estado en esta situación. Me siento bien, tranquilo, con ganas de que empiece esto”, dice el de Roses.

MARC CONTRA ‘MACK’ Es la batalla prometida del 2017, un duelo con guiño al pasado, pero que puede ser la rivalidad de la década

UNA NUEVA MOTIVACIÓN Para Márquez, enfrentars­e a Viñales le supone renovar su motivación ante un rival más joven y hambriento

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MIRCO LAZZARI GP / GETTY Marc Márquez aspira a conquistar su cuarto título de MotoGP
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