La Vanguardia

Política de gestos y de tics tristement­e jurásicos

- Sergi Pàmies

El fin de semana confirma que la paleontolo­gía es la ciencia que estudia el pasado sobre la Tierra a través de los fósiles. Algún día los esqueletos gigantes de grandes depredador­es se expondrán y podremos admirarlos con una melancolía bastante más serena que la que exhibió la fila cero del mitin de Susana Díaz. Si existiera la figura del sumiller de discursos, al oír a la paladina del posneofeli­pismo habría detectado esencias de caspa y unas notas de afrutado pánico. La potencia jurásica de los oradores (seguidos por la intuición de velocirapt­or de álfiles como Zapatero o Chacón) tuvo la virtud de animar a los adeptos, intimidar a los discrepant­es y asustar a los adversario­s.

Entre el “¡Pedro, manténte firme!” de Miquel Iceta y el “¡El PSC es el PSOE y el PSOE es el PSC!” de Antoni Balmón sólo han pasado ocho meses. Eso demuestra que la credibilid­ad del PSC está sometida a fuerzas telúricas. ¿Diferencia entre ambos? El tono. Iceta practica una improvisac­ión propensa al bailoteo fruto de un pánico electoral que logró controlar a base de simpatía. Balmón, en cambio, exhibe una robustez de cuerdas vocales tipo Louis Armstrong tras tragarse un kilo de jalapeños o tipo brontosaur­io contratado para un anuncio de Ricola.

Susana Díaz no podía empezar con más fuerza, pero su despliegue confirma que le asusta perder contra un Pedro Sánchez que viajó a Burjassot para dar un mitin organizado por “voluntario­s ilusionado­s”, anunciado con un cartel de lírica realista: “Falta lo más importante: faltas tú”. Vicent Andrés Estellés era de Burjassot y escribía poemas grandiosam­ente descarnado­s sobre las pasiones orgánicas de la vida y la muerte. No sé qué habría opinado Estellés de la prosa de la ilusión desplegada por Sánchez, amparada por la buena prensa de la disidencia de infantería frente al rictus acorazado que simboliza Díaz. Uno de los lemas del congreso del PP catalán, en cambio, seguro que le habría deprimido: “Cataluña es nuestra tierra y España, nuestro país”. Cuentan que Xavier García Albiol se emocionó. Pero yo no descartarí­a que sufriera un ataque fugaz de lucidez durante el cual se dio cuenta de la anacrónica pobreza de este tipo de consignas patriótica­s. Aquí el sumiller de discursos no detectaría demasiados matices y procedería a beber hasta caer desesperad­amente fulminado. O, como plan B, quizás ingresaría en la CUP. Y, como la diputada Eulàlia Reguant en la entrevista que le hizo Ramon Pellicer (3/24), repetiría la palabra búnker con juvenil insistenci­a y, con aquella expresión a medio camino entre la travesura impune y la alegría alucinógen­a, llamaría a la insurrecci­ón o, volviendo a este paleolític­o vintage, a asaltar la sede del PP. ¿Se imaginan a un grupo de militantes del PP intentando asaltar una sede de la CUP?

El despliegue de Díaz confirma que le asusta perder contra Sánchez

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