La Vanguardia

“Montalbán escribió ‘Tatuaje’ por una apuesta etílica”

Tengo 66 años. Nací en Valencia y soy barcelonés desde 1988. He sido librero. Estoy casado con Montse Clavé, no tenemos hijos. ¿Política? Soy de izquierdas. No tengo creencias religiosas. Aprendí a leer con tebeos de quiosco. No eres librero a tiempo parc

- VÍCTOR-M. AMELA

Algún pasaje de novela negra en su biografía... Corría el año 1971 en Valencia y la policía me arrestó y me condujo a comisaría...

¿Por qué?

Por universita­rio rojeras, junto a otros compañeros de las Juventudes Comunistas... Estuvimos retenidos 19 días desde el día 23 de abril, y nos torturaron.

El día del Libro.

Mi día como librero, años más tarde, pero el que celebré entonces –y sigo celebrándo­lo cada año con una paella– es el 11 de mayo.

¿Qué pasó?

Fue el día en que nos trasladaro­n a la cárcel.

Pues menuda alegría...

¡Lo era! En la cárcel ya no te torturaban.

¿Y cuándo salió de la cárcel?

Un par de meses después, porque algunos eran de buena familia, con contactos...

¿Siguió militando?

Tenía 21 años y era más antifranqu­ista que comunista: me concentré en escuchar a Ernest Lluch, gran profesor en Económicas.

¿Qué hacía usted en Económicas?

Fue mi modo de encauzar mis inquietude­s sociales en Valencia, donde no había estudios

laicos de periodismo. Me gustaba escribir en el diario Mundo Obrero...

¿Sobre qué?

¡Fútbol! “¿Los comunistas sabéis de fútbol?”, me preguntó en Mestalla el periodista Miguel Ors, de TVE, que iba con pistola...

Ostras...

Como los marxistas decían que el fútbol era un “opio del pueblo”... Pero yo tenía el ejemplo de Lluch, gran forofo del Barça.

¿Y el de Manuel Vázquez Montalbán?

¡También! Vino a Valencia, hablamos mucho, era brillante: la izquierda le debe su acercamien­to al fútbol, la gastronomí­a...

¡Y la novela negra!

También mal vista, Montalbán rompió el tabú con el éxito de Tatuaje, su novela con Carvalho... que nació de una apuesta etílica.

¿Ah, sí?

“Habíamos bebido de todo...”, me contaba: fue durante una sobremesa con sus amigos José Batlló y Frederic Pagès. Le desafiaron a escribir algo legible y popular, no plúmbeos ensayos. “¡Bah, eso lo escribo en tres semanas”, apostó Manolo. Y así lo hizo.

Y con sus Carvalhos popularizó aquí la novela negra.

Lara ayudó: premió con el Planeta Los mares

del Sur. “Voy a dejar al PC sin militantes”, reía, e iba premiándol­os: Semprún, Marsé, Manolo... Y Carvalho decuplicó ventas.

Ahora lo resucitará Carlos Zanón.

Me merece confianza. Entiendo a los que discrepan, pero no soy fundamenta­lista.

¿Cómo se acercó a la novela negra?

Yo aprendí a leer en la paraeta de la señora Maruja: El Jabato, El Capitán Trueno... Luego novelitas como las de Silver Kane...

Que era Paco González Ledesma...

Y luego Dashiell Hammett... Y Perry Mason era mi serie favorita. Y sólo leo novela negra.

¿Negra? ¿Policiaca? ¿Detectives­ca? ¿Intriga? ¿Polar?

Polar lo usan en Francia y abarca todo, lo policiaco y lo negro. Negra es la novela que hace crónica social más allá de quién sea el asesino. Inventé lo de negra y criminal para abarcar todas las variantes.

Así bautizó su librería especializ­ada...

Tuve ya librería en Valencia, con bombas de la ultraderec­ha incluidas... Me vine a Barcelona con Montse, por amor. Y fundamos Negra y Criminal porque éramos lectores y no existía en España ninguna librería así.

¿Y por qué la ha cerrado?

Populariza­mos tanto la novela negra... que todas las librerías empezaron a acopiar ejemplares. Y el gran éxito de Larsson acabó de apuntillar­nos: ¿para qué venir hasta aquí pudiendo comprar la novela al pie de casa?

¡Morir de éxito, se llama!

Hubo un repunte, abrió un horno de moda al lado: venían a comprar pan y ya de paso...

¿Ser librero ha sido su verdadera vocación?

Sí, y me gusta hablar con libreros: siempre se aprende... de libros. ¡Somos monotemáti­cos! No eres librero a tiempo parcial, ¡eres librero a todas horas!

Hay libreros que rechazan vender según qué libros...

Porque han cultivado un tipo de clientela con determinad­os gustos, y así se ahorran gastos y engorros por libros que no encajan.

Si retrasan mi vuelo en el aeropuerto, ¿con qué novela negra mato la espera?

El psicoanali­sta, de John Katzenbach: no podrás levantar la vista de sus páginas.

¿Qué cinco autores debería leer para iniciarme en el género?

Leonardo Sciascia, Andrea Camilleri, Leonardo Padura, Manuel Vázquez Montalbán y Jean-Claude Izzo.

Cíteme una frase de novela negra que le guste.

“Ser asesino a sueldo es fácil: lo difícil es ser padre”. La escribe Carlos Saleme en Matar y

guardar la ropa.

Y otra, para despedirno­s.

El detective de Raymond Chandler en El largo adiós, Philip Marlowe, entra en un bar y... “lo único que se oía eran los cubitos de hielo derritiénd­ose”. ¡Me encanta!

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XAVIER GÓMEZ

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