La Vanguardia

Una mañana en el ‘Post’

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CARLES Puigdemont fue entrevista­do ayer en la sede de The Washington Post: para un político es un lujo, para un periodista resulta un honor. En Puigdemont coinciden ambas profesione­s, así que es fácil entender la sensación de mariposas en el estómago del presidente de la Generalita­t al pisar las moquetas del edificio de granito del 1 de Franklin Square. En su redacción, Bob Woodward y Carl Bernstein, dos reporteros casi principian­tes, vestidos con chaqueta de pana y corbata de punto, convirtier­on una de tantas noticias de la sección de local en la investigac­ión más importante de la historia del periodismo, que acabaría con la dimisión del presidente Richard Nixon. Puigdemont ha visto más de una vez la película Todos los hombres del presidente, de Alan J. Pakula, en la que se ve cómo el trabajo de los reporteros les permite llegar hasta Charles Colson –uno de los que serían acusados de haber espiado en la sede del Partido Demócrata del edificio Watergate–, de quien se decía que era el hombre más poderoso del país. Colson era célebre por un lema escrito en su despacho con estas palabras: “Si atrapas a alguien por las pelotas, su corazón y su mente son tuyos”.

Es imposible ver esta película y no amar profundame­nte el periodismo, el de verdad, este que aún resiste, que tiene capacidad de prescripci­ón, que está escrito con el alma y que de vez en cuando le amarga el desayuno al poderoso. Que huele a tinta, a horas perdidas y a alcohol barato. Y que por más que algunos se empeñen en decir que ha muerto, todavía sigue vivo, cuando quienes han fallecido intelectua­lmente son quienes lo denigran. No se fíen de quienes hablan mal del periodismo en la calle o en la televisión: les pueden robar la ilusión o la cartera.

En todas esas cosas debía de pensar Puigdemont mientras subía en el ascensor de la nueva sede del Post, por más que fuera a hablar de lo suyo.

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